martes, 18 de septiembre de 2018

Las tetas de mi madre. Edipo del siglo XXI.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Sófocles, conocido dramaturgo griego especializado en la tragedia, escribió un relato que ha mantenido gran trascendencia hasta nuestros días: Edipo Rey. El principal argumento sostenía que el hijo del rey de Tebas había asesinado a su padre y se había casado con su madre, sin saberlo. Esta tragedia tomó un sentido distinto cuando Freud la retomó como una parte central de sus teorías. Una reinterpretación de esta historia la encontraremos en Las tetas de mi madre de Carlos Zapata.

Martín (Santiago Heins) es un preadolescente, vive con su madre a quien tiene que apoyar en los gastos de la casa trabajando como repartidor de pizza, al mismo tiempo que atiende la escuela. Su madre (Paula Matura) atiende una panadería. En una de las entregas de la ruta del niño llegará a un burdel, en donde, casi sin querer tendrá sus primeros encuentros con mujeres desnudas. En este despertar sexual intentará repetir las acciones, por lo que la próxima vez que tiene una entrega en el lugar no dudará en repetir, pero se enfrentará con una sorpresa: su madre.

Entre la necesidad de guardar el secreto y el deseo que comienza a surgir por lo que acaba de ver, Martín comenzará a tener una serie de crisis en donde la rebeldía de la edad, un amigo que vende drogas y la ciudad de Bogotá serán los propiciadores de una serie de decisiones que tendrá que tomar que le cambiarán el destino.

Zapata nos presenta una historia con elementos que nos dejan ver la influencia que tuvo la tragedia griega que mencionamos al inicio del texto, sin embargo, tiene el acierto de llevarla a un escenario actual, con las problemáticas que aquejan al mundo moderno en un país del tercer mundo: empleos mal pagados, drogas y narcotráfico, violencia, burdeles, una madre soltera, etc. Gracias a esta decisión es que podemos sentir que la historia es más cercana a nosotros.

Paula Matura nos da una interpretación que vale la pena ver, más allá de interpretar a una bailarina es su personaje el que hace girar la trama, en el que descansa el conflicto principal (aún sin ser el protagonista como tal), y que en donde se ve reflejada una gama interesante de estados de ánimo, especialmente por la preocupación que la situación social le impone. En el caso de Santiago Heins, quien interpreta al hijo, hay momentos en los que su participación se ve un tanto mecanizada, como si hubiera tenido que memorizar cada uno de los movimientos que hará en lugar de sentirse natural. Esta situación está solucionada en ocasiones por medio del manejo de la cámara, el cual se distancia lo suficiente de este personaje para no evidenciarlo.

Hablando del uso de la cámara podemos apuntar que es interesante, los planos son pausados combinándose entre una cámara fija y en ocasiones en movimiento. Los encuadres están diseñados para llamar la atención debido al posicionamiento de la cámara, así nos entrega cenitales y un juego intenso con la profundidad de campo en diferentes escenarios. Todo esto termina apoyando dos elementos más: el ritmo y el buen manejo narrativo a través de elementos de suspenso. 
La música nos refleja la realidad actual del lugar en donde se desarrolla la historia, en donde el rap tiene un papel importante, no sólo como la confirmación de la ambientación urbana que le puede dar este género musical, sino que a través de sus letras da muestras de esa realidad que ya hemos mencionado anteriormente. 

En detrimento del filme podemos decir que al estar influenciado por la tragedia griega y al irle dando al espectador esos elementos para que pueda relacionarlos, el final termina volviéndose un poco predecible, pues a grandes rasgos cumple con el arco dramático que propone Sófocles. Además del ya mencionado problema en la actuación.

Las tetas de mi madre es un filme en donde se pueden resaltar dos elementos que le aportan a la trama, el primero de ellos es que se realiza una actualización de una tragedia de los clásicos griegos que está bien enmarcada en la sociedad actual colombiana, el otro de ellos es un buen manejo de la cámara que permite que la narrativa avance en buena forma, adentrando al espectador en el mundo que plantea.

Las tetas de mi madre, Carlos Zapata, Colombia, 2015, 81 mins. Con: Paula Matura, Santiago Heins, Joseph Rueda Acosta, et. al.


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