martes, 18 de septiembre de 2018

Félicité. La maternidad universal.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Teniendo sus excepciones, podemos decir que una madre podría hacer cualquier coa con tal de ver bien a sus hijo, sin importar si las acciones que haya realizado han sido buenas o malas. Félicité de Alain Gomis hace un esbozo sobre esta situación.

En Kinsasa, la capital de la República del Congo, habita Félicité (Véro Tshanda Beya), una mujer que se gana la vida como cantante de un grupo en un bar. Un día su vida se ve alterada cuando reciba una llamada que le informa que su hijo ha sufrido un accidente en moto. Esta situación pone en riesgo la pierna del joven, a no ser que su madre pueda pagar una operación que resulta casi incosteable.

Félicité tendrá que actuar en contra del reloj, pues cada minuto que pasa reduce las posibilidades de que su hijo pueda mantener a salvo su extremidad, es así como nos adentraremos en el mundo que la rodea en búsqueda del dinero que pueda ayudar al hijo.

Alain Gomis nos presenta un filme de grandes contrastes en la narrativa, partiendo de una triada de personajes: la madre, el hijo y un amigo de la madre. Por esta situación la misma historia se va contando a través de lo que le sucede a cada uno de los personajes lo cual, a su vez, provoca que se vayan dispersando pues desemboca en un continuo cambio de escenarios. A esto debemos añadir que de vez en vez seremos testigos de escenas oníricas derivadas de la mente de la protagonista, que fungen como un mecanismo de defensa ante la realidad que atraviesa pero que al mismo tiempo no logra tener una justificación determinante y se siente más ajustado con calzador.

Sobre las actuaciones podemos decir que destaca la del personaje principal, interpretada por Vero Tshanda Beya, quien  va demostrando la manera en que su personaje sufre por el accidente de su hijo y la desesperación de la que es objeto. Es en ella en donde se ve una evolución en el personaje y se tiene la intención de hacer avanzar la historia a través de ella, mencionar que además canta y lo hace bien en diferentes ocasiones. El resto de los personajes hace un papel acorde a lo que se les pide sin llegar a resaltar como lo hace Félicité.

El manejo de la cámara deja algunos puntos cuestionables, pues presenta un movimiento constante, lo cual intenta darle un aspecto de documental a lo que ve el espectador, sin embargo, el movimientos llega a ser tan constante y tan continuo que en ocasiones se vuelve molesto, quitando atención a lo que sucede en la trama. Otro de los detalles son algunos problemas con el audio, lo cual en ocasiones demuestra que hubieron algunas limitaciones en el momento del rodaje.

La iluminación es de acuerdo a cada uno de los lugares en donde se desarrollan las acciones, lo cual continúa la intención de hacer ver el filmo con tintes de documental, pues se le da verosimilitud a las acciones con ellos. El otro gran acierto que tiene es el mostrar la vida en el Congo, en donde las limitantes económicas son recurrentes, nos muestra cómo está conformada la sociedad, la proliferación de la informalidad en los negocios, la vida en los bares, en los mercados, en los hospitales. Es probablemente este elemento el más rescatable.

Félicité es un filme que está genialmente actuado por su protagonista y cuyo mayor mérito es el mostrar el estilo de vida de un país del que sabemos muy poco. Sin embargo, tiene muchos elementos en su contra, incluso cuando pudo haber explotado una serie de crisis por la que atravesarían los personajes principales, prefiere enfocarse en la vida intrascendente de otro de sus personajes. Va perdiendo fuerza conforme avanza la narración, a pesar del mensaje alentador que intenta transmitir con su final.

Félicité, Alain Gomis, Senegal-Francia-Bélgica-Alemania, 2017, 123 mins. Con: Céro Tshanda Beya Mputu, Gaetan Claudia, Papi Mpaka, et. al. 

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