jueves, 14 de diciembre de 2017

No vayas a colgar. El que se lleva, se aguanta.


Por Masiel Rico Landa.
Las bromas telefónicas no son una novedad en nuestros días, es probable que su popularidad incluso haya disminuido considerablemente, sin embargo Alexis Wajsbrot y Damien Macé decidieron retomarlas como premisa para su largometraje de suspenso No vayas a colgar.

Sam (Gregg Sulkin) y Brady (Garrett Clayton) son un par de amigos que junto a otros jóvenes gustan de hacer bromas telefónicas y grabar esos momentos para viralizarlos en sus redes sociales. Sin pensar que sus juegos han tenido grandes consecuencias, terminarán recibiendo una cucharada de su propio chocolate en el que se pondrá a prueba incluso su entrañable amistad.

La cinta inicia con un buen posicionamiento de su género, desde la primer escena se crea para el público un ambiente de tensión, utilizando elementos clave como la oscuridad, la música, la noche y los espacios amplios, que son constantes en el género de terror del que también se presentan algunos tintes durante la película. Esta escena es importante para el desarrollo y la justificación del resto de la historia, sin embargo también representa un ligero problema al hacer un tanto predecible la trama, a pesar de ello los directores consiguen que quede un poco de lado casi hasta el final. 

Cuenta con algunos otros detalles narrativos un tanto predecibles (la motivación del asesino, algunas trampas para los personajes principales y sus resultados…) sin embargo también se logra crear la atmósfera de suspenso y horror mediante el juego con la luz y la ausencia de ésta, así como con el diseño sonoro y la actuación.

En este punto resalta la interpretación de los protagonistas quienes transmiten de forma efectiva tanto su relación de amistad, como las emociones de angustia, coraje y miedo, sensaciones que también logran contagiar al espectador y gracias a ello consiguen adentrarlo en la historia.

Se presentan algunos pequeños errores de continuidad, en ocasiones entre tomas, otras veces mediante el sonido (la lluvia que se escucha en algunas escenas y en otras no), sin embargo éstos no afectan el desarrollo de la narrativa al ser casi imperceptibles.
En contraste, la presencia de algunos acercamientos y movimientos bien logrados, sobretodo al presentar los medios digitales, muestran una buena dirección de fotografía  con la que Nat Hill enfatiza los elementos más relevantes para la trama y al tiempo muestran la crítica implícita que los directores buscaban hacer sobre las nuevas generaciones y el uso que dan a las nuevas tecnologías.

Finalmente la imagen del asesino, misteriosa y que incluso por momentos parece "deformada", carece de una justificación clara, cayendo un poco en el cliché del "monstruo" cuya apariencia tiene el propósito de generar más miedo en la audiencia, a pesar de ello su presencia física es mínima y se da únicamente en el desenlace por lo que no resulta tan relevante para la historia.

Así, No vayas a colgar llega a un cierre coherente con el resto de la trama, que se agradece por no ser un final feliz para ninguno de sus personajes (actualmente algo poco común en el género) y que a pesar de los detalles de realización que presenta, también cuenta con momentos clave muy bien logrados que muestran en general una buena construcción de la atmósfera de terror y suspenso perseguida por Alexis Wajsbrot y Damien Macé.

No vayas a colgar, Alexis Wajsbrot y Damien Macé, Reino Unido, 2016, 83  min. Con: Gregg Sulkin, Garrett Clayton, et. al.

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