martes, 18 de septiembre de 2018

El espanto. Cuando los sobrenatural se vuelve normal.

Por: Manuel Hernández-Samperio

América Latina tiene la herencia de los pueblos que habitaron en ella previo a la llegada del imperio español. De ella se desprende una tradición que tiene que ver con la medicina natural, pero al mismo tiempo hay una infinidad de creencias y supersticiones en fuerzas sobrenaturales o espíritus que pueden causar enfermedades. El espanto de Martín Benchimol y Pablo Aparo es una pequeña muestra de esto.

El Dorado es una provincia argentina, geográficamente aislada de las grandes urbes. Esta situación es propicia para que en el lugar sobrevivan las tradiciones y creencias que ya hemos mencionado. En el pueblo cada uno de los pobladores ha desarrollado una manera diferente de curar enfermedades mediante métodos que ante nuestros ojos pueden resultar extraños. Entre los males se encuentra "El espanto", una enfermedad cuyas consecuencias derivan en un aislamiento de la persona, con dificultades para hablar y relacionarse con los demás.

En el pueblo sólo hay una persona que puede curar esta enfermedad: un anciano ermitaño en el que casi nadie confía.

Este filme argentino está estructurado a base de entrevistas con diferentes personajes del pueblo, cada uno se va adentrando en diferentes temas que atañen al lugar, anécdotas de gente que ha ido a buscar una cura al pueblo, los sucesos que en el lugar se vuelven interesantes porque no suceden todos los día, pero todos terminan por llegar al mismo punto: el viejo extraño que cura de espanto. Y aquí es donde todos expresan diferentes argumentos para no confiar en él.

La técnica empleada para desarrollar este documental es la de intervenir lo menos posible y que sean los entrevistados quienes expliquen su historia, sin embargo, aquí vienen los primero peros, el primero de ellos es que si no se está atento a cada uno de los detalles es fácil perder el hilo o en su defecto y falta de un planteamiento que aclare cuál es la situación puede uno no entender el tema principal. Por otro lado están las entrevistas, las cuales en muchas ocasiones son simples monosílabos en otras ocasiones se sienten falsas o hasta encaminadas para obtener las respuestas que se necesitan para continuar la narrativa principal. Estos detalles provocan que el espectador no se adentre del todo en la historia.

En cuanto al manejo de la cámara hay buenas intenciones, cuando se está ilustrando con el personaje del que todos hablan se hace con encuadres que se sitúan al ras del piso, lo cual da la sensación de que se está espiando a esa persona, en otras ocasiones se emplea en buena medida la profundidad de campo. Mientras que en otra parte simplemente vemos a los entrevistados frente a la cámara.

Aunado a la cámara tenemos el uso de la luz, en donde se evidencia que no hay un gran manejo en la misma, se filmó usando los recursos con que se contaba, pero en ocasiones se logran capturar escenarios que lucen, especialmente aquellos que son en exteriores, en donde se puede contrastar la luz del sol con la campiña y las nubes.

El acierto de El espanto es que retoma una temática que permanece latente, sobre todo en los pueblos más alejados de las ciudades y en este tenor nos lleva a conocer nuevas cosmovisiones, curioso es ver que se sigue una tendencia en donde la población envejece y hay una ausencia de jóvenes. Sin embargo, el mismo filme deja la sensación de estar incompleto, deja diferentes hilos narrativos sin completar, dejando a la deriva al espectador, sin información suficiente para él mismo concluir la historia.

El espanto, Martín Benchimoly Pablo Aparo, Argentina, 2017, 70 mins. Con: Araceli S. Carnaghi, Cristian Catena, Daniel S. Moretti, et. al.


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