Por: Manuel Hernández-Samperio.
La locura, la religión y lo sobrenatural han tenido, desde hace mucho siglos, una relación muy cercana entre sí. Cuando las religiones tenían una mayor injerencia en la vida pública se tenía la creencia de que aquellas personas que no actuaban de la misma manera que el resto de la gente estaban pagando algún castigo divino o estaban siendo poseídas. Herederos indirectos de estas ideas, los psicólogos han tratado de demostrar que no hay una relación, aunque no siempre las cosas salgan como lo han pensado. Luz de Tilman Singer es una exploración por este mundo.
Luz es una joven taxista que llega a la estación de policía con un aspecto bastante maltratado, lo cual la llevará a ser entrevistada por quienes la encuentran. Por otro lado, el Dr. Rossini quien funge como el psicólogo de la estación de policía tendrá un encuentro extraño con una mujer de nombre Nora, quien en un bar lo convence de escuchar una historia relacionada con Luz, su escepticismo se va ablandando cuando la mujer le explique que tras de Luz podría haber una especie de posesión que la ha perseguido desde los tiempos en que ella vivía en Chile.

La cinta de Singer es una película en donde el suspenso, lo sobrenatural y algunos tintes de terror se van combinando de manera poética para enfrentarnos al mundo de las posesiones y de lo que poco puede explicarse. El guión, del mismo modo, va entrelazando las narrativa en diferentes espacios y tiempo, así como nos pone en el tiempo presente, mediante alguna narración por parte de los personajes nos transporta al pasado y así como nos lleva a la estación de policías nos lleva al bar donde sucede el encuentro que determinará el rumbo de la cinta.

Hay un elemento muy interesante en la trama: la hipnosis. Para esto el director no tiene miedo de emplear una pantalla en negro para incluso, invitar al espectador a este viaje mental. Posterior a ello, a través de un buen diseño sonoro, actuaciones destacables y del buen ritmo en el manejo de la cámara y la edición de las imágenes se logra obtener un juego entre la realidad y lo que sucede en el inconsciente de Luz en donde que logra que el espectador tome por real todo lo que pueda sonar un poco inverosímil a los ojos de la razón.

Acaso lo que podría cuestionarse de la cinta es el hecho de tomarse su tiempo para contar una historia que contextualice la situación por la que atraviesa Luz y que de alguna manera explique el por qué de lo que estamos por ver. Este ritmo lento, por momentos contemplativo, apoya mucho en la creación de las atmósferas para que interactúen los personajes, pero por momentos puede llegar a ser cansado ya que no es una prioridad el ocasionar sensaciones de terror sino más bien se decantan por mostrar una historia que pueda asemejarse a las posesiones.

Luz, Tilman Singer, Alemania, 2018, 70 mins. Con: Luana Velis, Johannes Benecke, Jan Bluthardt.
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