viernes, 31 de agosto de 2018

Ana y Bruno. Un amigo siempre es bueno (aunque sea imaginario).

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Carlos Carrera inició su trayectoria en el mundo de la animación y resulta curioso que, después de haber ganado la Palma de Oro en 1994 gracias a El héroe, no haya dado el salto al terreno del largometraje animado, no al menos hasta la realización de Ana y Bruno, cinta que ha sido presentada en diferentes escenarios del mundo a través de los festivales y que llega a las salas de México.

Ana es una niña que llega a un hospital para acompañar a su madre, Carmen, en el tratamiento mental que tendrá que tomar para poder curarse debido a las alucinaciones que ha tenido últimamente. Al llegar al lugar se dan cuenta del ambiente que existe en el hospital, por lo cual le prohíben a la niña el ir a una de las secciones. Sin embargo, como cualquier niña curiosa, Ana desobedece a su mamá y visita el lugar en donde conocerá a Bruno, una criatura peculiar que bien pudo haber salido de la imaginación de la niña.

Pasa el tiempo y la madre parece agravarse, razón por la cual el doctor ha determinado practicar una lobotomía. Ana tendrá que buscar la ayuda de su padre para poder salvar a su mamá, pero el regreso a su pueblo parece largo, por lo cual obtendrá la ayuda de Bruno y todos sus compañeros que son expertos en meterse en problemas.

El filme de Carrera nos transporta a un México en donde las costumbres se mantenían más arraigadas, las ciudades aún estaban en construcción, el ferrocarril era aún un medio de comunicación eficiente y los principales adelantes científicos tenían en las descargas eléctricas en el cerebro la mejor solución a la locura. Estos elementos son importantes para que se desarrollen todas las acciones del filme de manera verosímil, por lo que podemos apuntar que es el primer acierto del guión.

Además, sería bueno mencionar que este guión se preocupa por desarrollar de buena manera a cada uno de los personajes principales, dando como resultado que algunos de ellos logren conectar, por su personalidad, con el público, lo cual se agrega a los diferentes giros que plantea la trama, los cuales toman por sorpresa y apoyan a mantener la atención en la historia. Sin embargo, se puede señalar que en ocasiones se abusa de frases comunes del ideario popular, en aras de agregarle algunos elementos de comedia, los cuales no alcanzan a lograrse de la mejor manera.

La técnica de animación es constante, lo cual la lleva a alcanzar un estilo que crea un mundo propio (a pesar de estar inspirada en un México del pasado) en el que es fácil sumergirse, gracias al buen nivel de verosimilitud que se alcanza en los escenarios y en los personajes en donde se desarrollará la trama.

El filme mantiene un buen ritmo, derivado no sólo del buen montaje con el que cuenta, sino también gracias a una dirección que sabe emplear los diferentes recursos del lenguaje audiovisual para llevar al espectador por los diferentes escenarios, por momentos volviéndolo un testigo más de lo que sucede y entras más un cómplice de las diferentes criaturas.

A todo lo anterior,podemos sumarle el proceso de las voces, en donde se puede mencionar que la mayoría de ellas corresponde y le añade un toque a la personalidad de cada uno de los papeles en escena, y decimos la mayoría porque hay un detalle con la voz de Ana, quien en ocasiones no suena como una niña, sino como un adulto intento hablar como un niño, por lo que en algunos momentos llega a romper con el hilo que logra el resto del reparto.

Ana y Bruno es una cinta que plantea diferentes giros, no sólo a la trama sino al mismo mundo que crea alrededor de los problemas mentales (que, apunte aparte, las estadísticas mundiales indican que es un problema que va en aumento) tomando los síntomas de cada enfermedad para hacer que la trama avance. Si bien hay algunos arquetipos comunes en las cintas animación que logran darnos idea de lo que pasará, también es importante anotar que  se realiza un muy buen acercamiento a temáticas difíciles de abordar con los niños, como la muerte. Un filme que sabe salir avante ante los pequeños problemas que pudiera presentar y que lleva a buen puerto al público sin importar su edad.

Ana y Bruno, Carlos Carrera, México, 2018, 97 mins. Con (voces): Galia Mayer, Silverio Palacios, Héctor Bonilla, et. al.

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