jueves, 26 de julio de 2018

Treinta almas. Entre muertes y desapariciones.


Por: Manuel Hernández-Samperio.


Vida y muerte es una dualidad que ha acompañado y que, sin duda, seguirá acompañando al ser humano por el resto de su historia. La relación entre una y otra es vista y entendida de diferente manera por cada una de las culturas. El caso de treinta almas de Diana Toucedo busca reflejar una parte de ello, llevándonos hasta Galicia en España.

En la Sierra de O Coucel existe un poblado llamado El Courel, en ese lugar los habitantes conviven continuamente con la muerte, no sólo como u ritual al que se venera, sino porque constantemente se enfrentan ante esta situación; no sólo en la época actual, sino también a lo largo de la historia, pues ha sido una población que ha pasado por diversos ataques que tienen como fin el terminar con ellos.

Ahí conoceremos a Alba, una niña que empieza a descubrir las costumbres y tradiciones que tiene su aldea, es a través de diferentes narraciones y de la misma exploración de ella con diferentes personajes del pueblo.

La cinta es un trabajo que podríamos calificar como una docuficción, en donde la realidad y la fantasía se van mezclando para narrarnos una historia "fragmentada". El guión, como ya lo hemos mencionado nos refleja no sólo la forma en que la protagonista va descubriendo las costumbres y formas de pensar que tiene su aldea, sino que lo va mezclando con algunos detalles de la gente del pueblo y a que la misma protagonista se enfrenta con algunas situaciones "fantásticas", en donde no hay como tal una explicación razonable a lo que vemos.

Esta propuesta poco convencional se detiene en muchas ocasiones en retratar la naturaleza, los cerros del lugar y los árboles mismos, la misma naturaleza es una de las protagonistas en la tradición oral heredada por los antepasados de la población; aunque en algunas ocasiones se abusa de este recurso, haciendo que las transiciones se vuelvan muy lentas y que se rompan los hilos de la narrativa.

En cuanto al diseño sonoro, encontramos que en muchas ocasiones se le da gran importancia a retratar lo que sucede en el ambiente, introduciendo con ello al espectador en el lugar donde se desarrolla la historia. Por otra parte, la música que se emplea viene a acompañar en buena medida las cosas que se narran, lo que se ve a cuadro, está empleada en pocas proporciones lo cual también termina por ser acertado pues de esa forma no se satura a la trama.

El filme hecha mano de dotar a la protagonista de ubicuidad para así justificar el final de la trama, lo cual puede llegar a ser confuso, pero es aquí en donde aparece una vez más la fantasía mezclándose con todo lo que ya nos ha planteado, a partir de desapariciones, muertes o de la chamanería.

Treinta almas, cuyo nombre traducido del gallego es Treinta fuegos haciendo referencia a las familias que aún sobreviven en el lugar, es una cinta que tiene una propuesta narrativa poco convencional, que es a través de los pequeños pedazos de la vida diaria que retrata nos da un mosaico general de la vida y la cultura de esa región. un filme que no sólo introduce a un pueblo sino que al mismo tiempo nos refleja su historia de desapariciones y muertes a través de una subtrama que utiliza las mismas herramientas.

Treinta almas, Diana Toucedo, España, 2017, 80 mins. Con: Alba Arias, Samuel Vilariño, Tegra Romero, et. al.


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