Por: Manuel Hernández-Samperio.
Gregorio Cárdenas, mejor conocido como “el Goyo” Cárdenas,
fue conocido por ser uno de los primeros asesinos seriales que se conocieron en
nuestro país, y posterior a ello, su reinserción dentro de la sociedad. Como
todo asesino serial, la historia que envuelve a su pasado, las circunstancias
que lo orillaron a ello, sus características mentales y socioculturales que lo
rodean se tornan interesantes, en el caso de Los crímenes del Mar del Norte,
dirigida por José Buil se recoge una parte de su biografía.
En el año 1942 y teniendo como contexto de fondo a la
Segunda Guerra Mundial, el estudiante de química Gregorio Cárdenas mantenía una
relación con su novia Graciela cuyo amor por ella raya en la obsesión, mientras
ella no se decide a darle un sí definitivo. Ante esta incertidumbre y motivado
por los desplantes de Graciela, Gregorio comienza a llevar prostitutas al
laboratorio que comparte con su amigo “El Calaverita”.
En total clandestinidad, Goyo comienza a cometer diferentes
asesinatos, mientras su obsesión por Graciela sigue creciendo y sin imaginar
que toda la situación los llevrá a un desenlace que les cambiará la vida.
La cinta de Buil, lleva al espectador a 1942 mediante
diferentes elementos, el primero de ellos es la
misma narración de uno de los
personajes, quien menciona la fecha donde las cosas van a cambiar para los
personajes. Pero no es el único. A partir de un buen diseño tanto en la
producción que logra, de manera efectiva, reconstruir las locaciones de la
época (cayendo en algunas ocasiones en exageraciones en el uso de props para
dejar clara el año) y también en el diseño del vestuario, que está bien
logrado.
Otro de los aspectos a destacar es la fotografía dentro de
una cinta en blanco y negro (acorde también a la época) pues en todo momento
hace que destaquen las situaciones, y en donde se refleja un excelente manejo
de la luz tanto natural como artificial.
Sin embargo, a pesar de estos detalles técnicos, la cinta
presenta diferentes aspectos que los dejan de lado. El primero de ellos son las
interpretaciones actorales, las cuales terminan por ser muy distintas entre sí,
mientras hay personajes que destacan como el caso de Goyo (Gabino Rodríguez) y
Graciela (Sofía Espinoza) y algunos personajes que aparecen de manera
esporádica, hay otras actuaciones que no se acoplan con el tono de la historia
y que terminan por quitarle fuerza a los demás.
Otra de ellas y probablemente la más molesta, es la falta de
ritmo que tiene la edición, restándole tensión a momentos climáticos, alargando
en ocasiones escenas innecesariamente o entorpeciendo en la continuidad de los
movimientos, este tipo de detalles se vuelven evidentes conforme avanzan las
escenas y repercuten en la narrativa de la trama.
Finalmente, consideramos que la historia del protagonista
pudo haber sido mucho más profunda y por
ende terminar siendo más rica si se
hubieran considerado otros aspectos como su reinserción en la sociedad tras
haber logrado su liberación, gracias, curiosamente a que en la cárcel estudió
derecho, o en el caso de sus asesinatos indagar en cuáles fueron las causas que
lo llevaron a escoger un determinado perfil de víctima y en su entorno social.
Los crímenes del Mar del Norte es una cinta contrastante
entre su fondo y su forma, mientras se compone de una buena estética derivada
del correcto uso de la luz y se buscó realizar una acertada y bien llevada
escenificación de la época, por otro lado cuenta con una historia que poco nos
dice de un personaje que marcó a la ciudad con sus atroces asesinatos, que cae
en el confort de contar un historia lineal con pocos puntos climáticos, sin
giros en la trama y que por lo mismo termina siendo predecible.
Los crímenes de Mar del Norte, José Buil, México, 2017, 95 min. Con: Gabino Rodríguez, Sofía Espinoza, María Rojo, Alberto Estrella, et. al.
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