lunes, 9 de octubre de 2017

Bruma. El círculo vicioso de la indecisión.

Por: Masiel Rico Landa.

Enfrentar los problemas inesperados puede ser un verdadero reto para más de uno. Bajo esta premisa, surge Bruma, película México-alemana dirigida por Max Zunino, quien también funge como guionista al lado de Sofía Espinosa.

Rodeada de un ambiente inestable, con emociones indefinidas y tras confirmar su embarazo, Martina decide que la mejor opción ante esta noticia inesperada es marcharse a Berlín en busca de su padre, esta decisión provocará un giro de 180° en su vida, al mismo tiempo que busca la forma de aclarar y dar un sentido sensato a todas sus confusiones.

La inestabilidad por la que atraviesa Marina traspasa su personaje y se convierte también en el principal conflicto visual que enfrenta el filme. Un constante e injustificado movimiento de cámara, genera en el público una inevitable desesperación desde los primeros minutos de la cinta y hasta su final, provocando que incluso algunas acciones no sean perceptibles con claridad.

No obstante, el manejo de la cámara, también en el guión se presentan otros problemas. A pesar de tratarse de una historia sencilla, el desarrollo del personaje es nulo casi hasta el final. Aún cuando se
plantea la idea de dar un cambio radical a su vida al migrar a Alemania, la confusión e inestabilidad de Martina permanecen intactas, incluso al reencontrarse con su pareja continúa desconociendo lo que desea por lo que la ausencia de decisiones claras mantiene a la protagonista sin rumbo alguno.

Aunado a ello, surgen de bote pronto algunos síntomas de cleptomanía que si bien tienen un leve desarrollo hacia el final, carecen de un impacto real en el resto de la historia y aunque podrían considerarse un leve paso a una secuela, no son presentados de forma concluyente ni congruente para tal efecto.

Sumado a la ausencia de desarrollo del personaje principal, el mantener el mismo vestuario a lo largo de toda la película no sólo confirma su estancamiento sino que además irrumpe la veracidad del avance del tiempo y de la película en general.

Del mismo modo, el progreso de la película es lento gracias a amplias tomas innecesarias que preceden a lo importante y que más allá de aportar algo a la narrativa, son meramente observacionales. Bajo este renglón, encontramos unas extrañas escenas donde personas disfrazadas de unicornios merodean a la protagonista y a pesar de poder ser una metáfora que exprese algo sobre el personaje, su inclusión en la cinta nunca queda clara.

Finalmente el presentar un cambio totalmente opuesto a la única decisión que parecía ser clara en la
mente del personaje central, reafirma su personalidad indecisa para después ofrecernos un cierre que deja a la deriva a cualquier espectador.

Es así como Bruma nos relata la vida de Martina, una vida llena de indecisión y confusiones que impiden un crecimiento real del personaje central y que al tiempo queda a deber mucho a su audiencia.

Bruma, Max Zunino, México-Alemania, 2017, 84 min. Con: Sofía Espinoza, César Ramos, Dietes Rita Scholl.


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