viernes, 8 de septiembre de 2017

Frantz. Un ser querido es irremplazable.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Los conflictos armados tienen la peculiaridad de dividir a la gente. No solo en las opiniones y la necesidad de tomar partido por alguno de los bandos, sino también en cuanto a las poblaciones que se ven obligados a padecer los estragos que una guerra significa. A 100 años del conflicto armado que conocemos con la Primera Guerra Mundial, la historia que Francois Ozon nos cuenta en Frantz se antoja vigente.

En un pueblo alemán y entre los escombros y estragos que ha dejado el conflicto bélico se encuentra Anna, una mujer cuyo prometido fue muerto en la guerra. Vive en la casa de sus suegros y mantiene el luto que la época, las costumbres y la sociedad le exigen.

El dolor y las visitas a la tumba de su expareja, Frantz, se han vuelto rutina, sin embargo, un día conocerán a Adrien, un joven francés que ha venido a visitar la tumba y que dice haber conocido al occiso. Poco a poco se irán desentramando los motivos que han llevado al joven galo a realizar el viaje y la interacción que tenga con la familia, muy probablemente cambie el curso de las vidas de cada uno de los dolientes.
François Ozon propone con este filme, una revisión a Remordimiento, la cinta dirigida por Ernst Lubitsch en 1932. El director echa mano del recurso del blanco y negro que tiene dos propósitos fundamentales, el primero es respetar la estética de las historias antiguas y el segundo, el de acompañar la psicología y el duelo de la protagonista, empleando algunas escenas a color en limitadas pero intencionadas ocasiones.
Dicha elección de colores viste en buena medida las buenas actuaciones con las que cuenta el filme y que son presentadas a cuadro con una dirección de cámara que sabe ocupar los diferentes recursos tanto en la velocidad y el ritmo que necesitan las escenas como en los movimientos mimsmos. Y esto se adereza con una fotografía que sabe acompañar cada una de las acciones.

A pesar de que la cinta se desarrolla en un contexto de hace casi cien años, la trama se antoja bastante actual, no tanto por su tinte antibélico sino porque retoma a las relaciones amorosas como tema central. Sin embargo, es en ese tópico en donde tiene algunos de los problemas que enfrenta, pues no se profundiza en el desarrollo de los personajes, tanto en el los momentos de dolor como cuando tienen que expresar sus sentimientos pues en más de una ocasión los cambios que experimentan son totalmente opuestos y sin un motivo suficientemente grande para provocarlo.
 
Esta situación termina por acelerar las acciones y el desenlace en una historia que en un principio se iba planteando en buena forma y que al verse cortada de tajo provoca en el espectador una sensación de vacío que él mismo tendrá que llenar.

Frantz, retomada por Ozon, termina siendo interesante, especialmente porque se sale de las temáticas que usualmente retoma dentro de su cine y porque en su desarrollo hace recordar recuerda a otros clásicos como Jules y Jim de Francois Truffaut o Casablanca de Michael Curtiz, a pesar de que la historia pierde fuerza hacia el desenlace merece la pena ser vista por esas simples razones. 


Frantz, François Ozon, Francia - Alemania, 2016, 113 min. Con: Pierre Niney, Paula Beer, Ernst Stötzner, et. al.

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