Por: Manuel Hernández-Samperio.
A través de tantos años de evolución como sociedad hemos
llegado a un punto en donde la vida de la gente se ha vuelto acelerada y
rutinaria, una buena parte de la población está condenada a trabajos que
aborrecen para poder sobrellevar una vida medianamente acomodada en la que poco
tiempo queda para ser como a ellos les gusta. Qué pesado este fastidio es una
cinta que retrata este tema.
Erwin es un hombre que lleva una vida que muchos catalogarían
con normal: tiene un trabajo, una familia que lo quiere, un grupo de amigos con
los que puede jugar al rugby y de vez en cuento sale a beber. Sin embargo, algo
con él parece no estar bien, todo le irrita, fácilmente se queda dormido en
cualquier lugar y la convivencia con la gente que lo rodea cada vez se torna
más difícil porque nadie entiende comprende su humor.
En busca de cambiar las cosas que lo atormentan, decide
dejar su hogar y con ello iniciar una vida en donde lo más importante es él, esto,
sin importar las consecuencias o las acciones que pueda traer esta decisión.
La propuesta dirigida por Kazik Radwanski es sin duda, la
historia de más de una persona que se
encuentra condenada a vivir según las normas establecidas por la sociedad que
obligan a la gente a tener un plan de vida en donde predomina la idea de
trabajar para tener y mantener a una familia. Sin embargo, es evidente que
estos cánones no han sido diseñados para toda la gente.
Lo más importante de la cinta es la creación del personaje,
un hombre que decide obedecer a sus instintos en una etapa de su vida que se
antoja demasiado tardía para ello y que al mismo tiempo sabe reflejar el hastío
en el que se encuentra y lo cansado que se encuentra con la vida que lleva,
demostrándolo a partir de conductas que van aumentando gradualmente en
violencia.
Sin embargo, el guión poco propone más allá de eso, si bien
nos plantea una serie de situaciones en las que el personaje principal comienza
a comportarse como niño, poco nos habla de una trama en
donde ese personaje
termine de evolucionar y por ende, desarrollar puntos climáticos para llegar a
un final que resuelva la historia, o que al menos sugiera un poco de ello.
La cámara en mano que transmite cierto aire de realismo,
gracias a que es el lenguaje más empleado en el documental, termina por ser un
abuso con un exceso de movimiento que abruma o marea al espectador, quizá con
la intención de contagiarlo del mismo desorden por el que atraviesa el
protagonista, sin embargo, es más el cansancio que provoca que la empatía con
él.
Las actuaciones responden en buena medida a la historia
planteada, sin ser brillantes expresan en todo momento cada una de las
reacciones que el director quiere transmitir, dotando de verosimilitud a la
historia.
Qué pesado este fastidio es una cinta que terminar por
cansar al espectador más que dejarlo entrar en la tónica que busca transmitir, si
bien la situación de la que quiere echar mano es muy apegada a la realidad en
donde vivimos, provocada por las condiciones de tener que sobrevivir más que
vivir, la cinta profundiza poco en ello y sólo se limita a presentarnos una
serie de situaciones que rondan en lo anecdótico sin llegar a ser memorables.
Qué pesado este fastidio, Kazik Radwanski, Canadá, 2015, 75 min. Con: Erwin Van Cotthem, Kate Ashley, Seth Kirsh, et. al.
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