martes, 11 de abril de 2017

Yo, Daniel Blake. Un hombre contra el sistema.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Sin duda alguna la burocracia y la corrupción son dos formas distintas del cáncer que aqueja a los sistemas de gobierno en donde vivimos. Siempre que hay algún plan gubernamental que busque beneficiar al grueso de la población, las cosas terminan entorpecidas por los interminables trámites que se deben hacer para obtener dicho beneficio o, en el peor de los casos (pero muy común en México) termina en los bolsillos de quienes promueven estas acciones o en algún lugar de la cadena que debe llevarlo a la gente. Yo, Daniel Blake, es una cinta que nos conforma que no estamos solos, o mejor dicho, el mexicano no es el único sistema con esta condición.

Daniel Blake (Dave Johns) es un carpintero de edad avanzada que ha sufrido un ataque al corazón y tras este suceso está imposibilitado para trabajar. En el gobierno le es ofrecido un programa de asistencia social, para el cual debe cumplir con algunos requisitos, los cuales parecen ya imposibles de conseguir. 

En una de sus visitas al departamento donde debe realizar los trámites conoce por casualidad a Katie (Hayley Squires), una madre soltera de dos hijos que por ser nueva en la ciudad llegó tarde a recibir la ayuda que le sería otorgada y ahora deberá esperar a ser evaluada nuevamente,
inmersos en una situación similar encontrarán que una amistad mutua una forma de sobrellevar su realidad. 

Esta cinta, dirigida por Ken Loach, es el retrato descarnado de un sistema social en donde los ciudadanos son cotidianamente las víctimas de reglas de las leyes supuestamente hechas para apoyarlos. El guión de la historia nos plantea a dos personajes con los que es fácil identificarse porque sus situaciones son cada vez más comunes, por un lado tenemos una población que envejece, por otro la paternidad en soltería. Conforme interactúen entre sí, este par de seres humanos, entenderán que sólo se tienen a ellos mismos y a su recién nacida amistad para buscar enfrentar a ese sistema gubernamental, mientras el sistema económico comienza a hacer estragos en ellos, llevándolos a ambos a crisis en donde las decisiones que tomen serán fundamentales para su futuro. 

El guión tiene además, la virtud de enmarcar algunas historias paralelas que cierran el círculo de
descontento social en el que se desarrollan: explotación en los trabajos y el tráfico de objetos como solución, los vagabundos, empleados estatales que empatizan con los afectados pero obligados a hacer cumplir la ley, entre otros, son algunas muestras. 

Se deben apuntar las actuaciones, Dave Johns es un comediante que hace un papel completamente diferente a su profesión, y sin embargo, encarna a un viejo que tiene un humor negro que utiliza como arma para encarar a la vida, acaso una comediante a la que le gusta hacer burla de los personajes. Por otro lado, el papel de Squires, como madre que busca sacar adelante a sus hijos representa en cierta medida un contraste con Johns. 

La fotografía y el diseño de la producción están pensados para crear una atmósfera que tiende a los colores fríos, tampoco es casualidad que la mayor parte de los vestuarios de ambos personajes tiendan a ser grises y oscuros, reflejo de las crisis que atraviesan. 

Yo, Daniel Blake no es más que el reflejo de un problema que día a día se vuelve más universal: los sistemas de beneficencia social que solucionan nada. Con grandes dosis de realidad es un grito que busca alzarse en contra de un sistema que ha sido impuesto en la mayoría de los países y que por lo común beneficia a unos cuantos, los mismos de siempre, los dueños de los sistemas de producción. El final desolador, sintetiza en buen modo la lucha emprendida por Daniel y acaso por varios "enemigos del progreso" que se encuentran en la misma situación.

Yo, Daniel Blake, Ken Loach, Reino Unido, 2016, 100 min. Con: Dave Johns, Hayley Squires, Briana Shann, et. al.


No hay comentarios:

Publicar un comentario