Si nos basamos (a grandes rasgos) en la teoría freudiana sobre la forma en que se crearon las primeras leyes en las sociedades primitivas, encontramos, para
ser más específicos en los textos de Tótem y Tabú, que en un inicio los
hijos decidieron matar al padre que representaba una autoridad y por
ende ciertas prohibiciones, posteriormente
decidieron comerlo de modo que tendrían una parte de ese poder que
ejercía el padre y finalmente llegó un momento de arrepentimiento, que devino en la prohibición de conductas como las que ya habían realizado. Esto, en términos del psicoanálisis, dio origen a los tabúes, es decir, a lo que no está permitido.
Entre
las cosas que se encuentran en esta condición, como ya se ha
mencionado, tenemos al canibalismo, práctica que consiste en ingerir la
carne de otro ser humano y que es la materia prima de Voraz, cinta
dirigida por Julia Ducournau, que pone, en un relato que se antoja muy actual, en primer plano la sed de carne que pueden llegar a tener ciertas personas.
Justine (Garance Marilier) es una joven que pertenece a una familia con algunas tradiciones y
prohibiciones: todos en su casa son veterinarios y a la vez
vegetarianos. Los valores hasta este momento inculcados en ella, se
verán cuestionados cuando llega a la universidad, en donde se verá
obligada a ingerir carne cruda por primera vez. Las consecuencias de
esta acción devendrán en una adicción que crece progresivamente.
La convivencia con sus compañeros comienza a cambiar y el único refugio que encuentra es con Alexia (Ella Rumpf), su hermana, con quien guarda una relación de amor-odio y que parece ser la única que la entiende.
Nos
encontramos ante una cinta interesante que llega a nuestras salas
antecedida de cierta polémica por lo "fuerte" que pueden llegar a ser
algunas de sus escenas. Partiendo de ello bien podríamos pensar que se
trata de una cinta que apela al efectismo para lograr que tener cierta
respuesta del espectador, sin embargo, es todo lo contrario, a lo largo
de la cinta, hay acaso un par de escenas en donde se logra esto, tal
condición obliga a que otros elementos sean los que destaquen.
En primer lugar encontramos un guión
que se alimenta y demuestra en gran medida la verosimilitud de la
historia principal, aunque esto no lo exime de tener algunas (muy pocas) inconsistencias,
algunas de ellas se sienten como libertades tomadas para justificar la
naturaleza de lo que es presentado. A pesar de lo anterior, en la trama, se entrelazan hábilmente dos tipos de adicción a la carne,
por un lado, está el momento en que Justine la come por primera vez,
por otro lado, tenemos su despertar sexual en manos de uno de sus
amigos, a partir de entonces erotismo y canibalismo conviven de manera
desenfrenada en este personaje, llevándola a una punto en donde le es
difícil controlar sus nuevas adicciones.
Otro de los puntos interesantes es el desarrollo de los personajes, en donde vemos que Alexia, quien inicia como un personaje de apoyo va tomando mayor relevancia, la suficiente para darle un giro a la trama hacia el final, en donde la conocemos tal cual es: sanguinaria y haciendo
caso omiso a toda autoridad, sin duda es el papel en el que se sustenta
buena parte del argumento y que ayuda a hacerlo avanzar, desencadenando
formalmente una adicción. Justine que en un momento se ve reflejada como un antagonista de este personaje, verá como cada vez tiene más en común, de ahí la relación de amor-odio señalada en un principio.
Por otro lado tenemos la forma en que es retratada, por un lado tenemos la iluminación
y las consecuencias que su uso tienen tanto en la creación de
atmósferas, como en los colores que se emplean, dando como resultado un
relato sombrío, matizado por entornos fríos que ayudan a incrementar el
misterio en los personajes. Por otro lado tenemos el uso de la cámara,
en donde se nota que la directora sabe usarla para darle las intenciones
necesarias, encontramos planos en donde la cámara actúa sólo como un
testigo y otros más en donde lleva al espectador hasta lugares en donde
la sensación de estar espiando es intercambiada por aquella de formar parte de la situación.
Hay
dos elementos que complementan en buena forma, los efectos logrados
para la caracterización y el maquillaje; y el otro es la música. Gracias
a la caracterización se logran los momentos de mayor impacto, derivados de una reacción alérgica, o de algunos accidentes en
donde el gore se hace presente. Por otro lado la música aparece en los
momentos más relevantes para el desarrollo de la adicción, y aunque en
alguno de ellos llega a chocar con lo que se transmite, en la mayoría de
ellos, aumenta el efecto "sublime" que busca dar la directora.
Si
bien Voraz es una cinta que llega con mucha menos violencia de la que
se tenía pensada (o podría esperarse), consideramos que muestra varios
elementos que la hacen una historia bien contada y que sabe a dónde
quiere llegar a través de cada una de las situaciones; la mayoría de
ellas bien justificadas, con actuaciones convincentes y una atmósfera que logran mantener al espectador en suspenso.
Voraz, Julia Ducournau, Francia-Bélgica, 2016, 99 min. Con: Garance Marilier, Ella Rumpf, Rabah Nait Oufella, et. al.
Voraz, Julia Ducournau, Francia-Bélgica, 2016, 99 min. Con: Garance Marilier, Ella Rumpf, Rabah Nait Oufella, et. al.
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