Por: Manuel Hernández-Samperio
Dentro de nuestras sociedades las minorías se han visto obligadas emprender luchas para poder ser tomados en cuenta y más aún, que sus derechos sean reconocidos. Las batallas que la comunidad LGBTTTI en los útlimos años han sido tema de
debate en la mayoría de los países, pues las reglas morales en muchas
ocasiones pesan más que cualquier otra cosa. Si bien muchos de sus
derechos han sido reconocidos, aún falta un largo camino por recorrer para alcanzar la igualdad en nuestras sociedades. La reina de Irlanda es testimonio de una más de estas luchas.
Personificado por Rory O'Neill, Panti Bliss es una drag queen, que se gana la vida en el ámbito de la comedia y que ha ganado popularidad en diferentes países europeos, sin embargo, la situación en su país es un poco distinta debido a la prohibición a la homosexualidad existente desde siglos atrás (la
misma ley que condenó a gente como Oscar Wilde). Por esta razón
iniciará un movimiento para llevar a debate y buscar la abolición de
dicha ley.
Al mismo tiempo la cinta muestra al ser humano que está bajo el disfraz de Panti Bliss, en un proceso donde buscará la aceptación de su país y, en especial, del pueblo en
donde ella ha nacido.
Este documental, dirigido por Conor Horgan,
tiene la capacidad de contar las dos historias ya mencionadas de forma
simultánea, esta situación es un buen logro del montaje pues va
develando de manera sutil el "caos" social desatado por la personalidad
que vamos conociendo a través de imágenes de archivo y de entrevistas. Es el mismo relato de O'Neill el que nos va llevando tanto por la lucha
social, como por la lucha personal que tiene que enfrentar.
El montaje, apoyado en la edición, la investigación y el personaje carismático que se tiene por protagonista
hace avanzar en buena forma la historia, logrando que en ningún momento
se vuelva tedioso, y que, hasta cierto punto, se sienta cierta simpatía
por la causa emprendida, en un reconocimiento que ante el avance en la
aceptación en toda Europa, se antojo como necesario para mantenerse a la vanguardia como sociedad, a pesar, hay que mencionarlo, de los diferentes grupos conservadores que aún se oponen al reconocimiento.
El
resto de los elementos: música y lo que sucede cuando se logra llevar
la propuesta a un referéndum, trabaja y complementan lo planteado
previamente y siguen en la línea de hacer amena la historia que se
cuenta.
Sin duda alguna, la lucha reflejada en la en La
reina de Irlanda, es una historia
alentadora y esperanzadora, que tiene
un manejo interesante gracias a la capacidad que se tiene para
desmenuzarnos la biografía de un(a) luchador(a) social desde diferentes
perspectivas. En un país como el nuestro en donde poco a poco se van
alcanzando los derechos de la comunidad LGBTTTI, pero en donde
irónicamente se tiene un alto porcentaje de delitos en su contra es
relevante voltear a ver este tipo de historias, ya que alientan y
alimentan el espíritu de lucha, pero también, y quizá el más importante, los de la tolerancia y el respeto.
La reina de Irlanda, Conor Horgan, Irlanda, 2015, 82 min.
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