Por: Masiel Rico Landa.
Dicen que la familia es el núcleo de la vida de las personas, sin embargo, existen infinidad de casos donde una familia disfuncional es más dañina que la soledad.
No es más que el fin del mundo, es la nueva producción del cineasta canadiense Xavier Dolan que nos ofrece una dramática historia sobre Louis (Gaspard Ulliel), un joven escritor que tras ausentarse de casa por muchos años, vuelve para darles una importante noticia. Sin embargo, los resentimientos causados por la distancia y el tiempo, serán una barrera en este reencuentro familiar.
El filme, que ha basado su guión en la obra teatral homónima de Jean-Luc Lagarce, cuenta con las excelentes actuaciones de Marion Cotillard, Lèa Seydoux, Vincent Cassel, Gaspard Ulliel y Nathalie Baye, quienes logran transmitir con éxito una atmosfera de tención y rencor, aunado a una destacada representación de sus respectivos personajes.
Por su parte, la fotografía es uno de los elementos más valiosos de esta cinta ya que, además de ser de gran calidad, los encuadres e iluminación también consiguen transmitir a la audiencia emociones y complementar las interpretaciones actorales.
Sin embargo, los problemas de la película se presentan principalmente en la trama y su desarrollo. Se deja claro que el objetivo del personaje principal es dar una noticia a su familia pero, a pesar de algunos elementos contenidos tanto en la caracterización del personaje, como de algunos diálogos que alcanza a esbozar, pueden permitir al público suponer de qué se trata, este aspecto queda muy ambiguo y no es, más que al final, que a forma de metáfora, se trata de dar una idea de lo que sucede por la cabeza de Louis.
Por otra parte, la saturación de diálogos convierte el ritmo del filme un tanto monótono e incluso desesperante pues las constantes discusiones entre los personajes no llevan a ninguna parte y no transmiten más información que la de una relación dañada.
De igual forma, hay datos que se comparten en el desarrollo del filme, como el hecho de que Louis sea homosexual o Suzanne drogadicta, sin embargo carecen de relevancia en la trama y su desenlace.
Es la historia misma la que complica un poco el desarrollo de personajes pues a pesar de que las actuaciones son realmente buenas, no hay una gran variedad de emociones (prácticamente desde el principio los vemos en la misma actitud), lo que impide un mejor aprovechamiento de los actores.
De esta forma, la narrativa no permite que el filme sea del todo exitoso e incluso consigue que los 95 minutos de duración se perciban más largos debido a la monotonía.
No es más que el fin del mundo, forma parte de la 61ª edición de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y se encuentra en exhibición desde el 23 de noviembre.
No es más que el fin del mundo, Xavier Dolan, Canadá-Francia, 2016, 95 min. Con: Marion Cottilard, Vincent Casse, Gaspard Ulliel, et. al.
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