Por: Manuel Hernández-Samperio.
El panorama mexicano no es el más óptimo desde hace tiempo, y por lo que parece no será mejor para los próximos años. Hemos resaltado en otras reseñas que el desempleo es uno de los temas que con más frecuencia son tomados para realizar historias y llevarlas al cine. En el caso de La delgada línea amarilla, ópera prima de Celso García, ese es sólo el pretexto para introducirnos en una trama que va mucho más allá.
Antonio (Damián Alcázar) se dedica a velar un deshuesadero hasta que un día su patrón se ve en la necesidad de correrlo, pues le es imposible seguir pagando su sueldo para cambiarlo por un perro. La desesperación por sobrevivir en una tierra en donde el futuro es más incierto que las probabilidades de que llueva, lo obliga a aceptar un trabajo en una gasolinera, en ese lugar, la casualidad lo encuentra con un amigo del pasado que le propondrá retomar el trabajo que dejó 25 años atrás: pintar la línea central de las carreteras.

La cinta es una comedia que retoma la situación cotidiana del mexicano para contarnos y mantenernos pendiente del viaje que realizarán estos cinco trabajadores. El guión escrito inteligentemente logra hacer que cada uno de los personajes esté bien definido y represente, de cierta forma, las diferentes personalidades inmanentes a la idiosincracia del mexicano: el dicharachero, el inocente, el solidario, el que cree en apariciones metafísicas, entre otros.

La fotografía es de destacarse, pues en todo momento lo hace de manera óptima, destacando algunos de los paisajes y los momentos en que se encuentran alrededor de una fogata, pues en ambas situaciones se demuestra un buen uso de la luz. La edición es otro elemento que juega a favor de la cinta, pues le da ritmo y continuidad a cada una de las acciones.

En síntesis, La delgada línea amarilla es una road movie con una propuesta bastante refrescante, está cargada de elementos que la vuelven entrañable y divertida, no es pretenciosa, además está acompañada de un reparto que ha demostrado su calidad en más de una ocasión, aderezada de un toque de realidad en donde será imposible no ver algún guiño de la vida cotidiana retratado en cada uno de los personajes.
La delgada línea amarilla, Celso García, México, 2015, 95 min. Con: Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Silverio Palacios, et. al.
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