Por: Manuel Hernández-Samperio.
Hollywood nos ha enseñado que son excelentes hacedores de películas en donde la naturaleza toma un gran papel, ya sea como el enemigo que provoca cientos de muertes o como un lugar al que hay que conquistar. En el ámbito de desastres naturales se han explorado erupciones volcánicas, tornados, huracanes y a últimas fechas tsunamis. La línea que han marcado ha sido tal que ya se sigue una fórmula que desglosaremos más adelante, pero que ha trascendido a Estados Unidos y comienza a expandirse por otros países. La ultima ola es una producción noruega que plantea un caso hipotético con consecuencias devastadoras.
Kristian es un geólogo que trabaja monitoreando al lado de su equipo la montaña de Akneset, cuando está por mudarse junto a su familia a otra ciudad, se registran movimientos poco usuales en dicha montaña, los cuales no tendrían gran repercusión de no ser porque se encuentra a un costado del mar y junto a ella una población en donde la gente acostumbra ir a vacacionar.
Cuando la montaña comienza a desbordarse provoca un tsunami que arrasará con la vida alrededor del golfo en que se encuentra, dejando a la gente sólo 10 minutos para evacuar el lugar, de lo contrario quedarán expuestos, las cosas empeoran para Kristian cuando se da cuenta de que no toda su familia logró ponerse a salvo.
Como mencionamos al inicio de esta nota, Hollywood ha logrado crear una fórmula para este tipo de cintas que ya ha sido reproducido en otras cinematografías, lo analizamos a continaución: tenemos al personaje principal que tiene problemas para relacionarse con su familia, la cual funcionará como motivador para la segunda parte de la película. Ese personaje principal es el único que se da cuenta de que las cosas andan mal y, para variar, es desdeñado por el resto de su equipo. Para no terminar con los clichés cuando la catástrofe sucede es quien expone más su vida saliendo ileso a cada momento y cuando se da cuenta de que su familia está perdida no descansará para encontrarla. Estimado lector, no puede usted acusarnos de algún spoiler, nosotros sólo le dimos elementos que se repiten otras cintas, seguramente usted ha visto al menos una para saber en qué terminará esto.
Pero más allá de eso, ¿por qué es interesante ver esta cinta? La cinta tiene ritmo, a pesar de que sabemos hacia dónde se dirige hay momentos en los que logra causar cierta tensión con las situaciones que enfrentan los personajes. Los efectos especiales están bien logrados, sin embargo, por las pocas rocas que vemos caer al agua es muy poco verosimil que una ola se levante a la altura en que lo hizo a cuadro. La cámara tiene bastante dinámica, complementando la idea del ritmo planteada anteriormente, tiene movimientos constantes que juegan bien con las acciones que van sucediendo. Y en el aspecto de la iluminación se logran buenas imágenes, es un reto filmar bajo el agua y hay escenas que están bien logradas en ese aspecto. 
En cuanto a las actuaciones poco podemos decir, la versión que vimos está (mal) doblada al inglés haciendo sentir todas las voces planas, sin posibilidad de transmitir alguna sensación y en ocasiones tan alejada de tener una sincronía de los labios que distrae o hasta cae mal y aquí nos surge otra duda ¿en realidad el mercado mexicano está tan condicionado como para deducir que si una cinta no está en inglés entonces no tendrá éxito? Digo, la película tiene subtítulos, ¿qué más daba dejarla en su idioma original? Las psicologías están bien definidas, las acciones y consecuencias de éstas son totalmente creíbles, sin embargo, ninguna de ellas se sale de los estereotipos ya planteados para este tipo de cintas.
La última ola será para el espectador una mezcla de las cintas en donde las desgracias naturales aquejan a la población, probablemente encuentre situaciones de cintas como La falla de San Andrés (Brad Peyton, 2015), Lo Imposible (Juan Antonio Bayona, 2012)(quizá a la que más se parezca) o 127 Horas (Danny Boyle, 2010).
La última ola, Roar Uthaug, Noruega, 2015, 105 min. Con: Kristoffer Joner, Anne Dahl Torp, Thomas Bo Larsen, et. al.
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