Por: Manuel Hernández-Samperio.
Música y literatura suelen ser compañeros y hasta complementos uno del otro. Constantemente vemos la aparición de grupos o cantantes con grandes influencias de escritores que se reflejan en sus líricas. En esta ocasión nos encontramos frente a dos figuras icónicas de la cultura iberoamericana que por su trayectoria y forma de vida dejaron huellas imborrables: Chavela Vargas y Federico García Lorca.
Todo inicia porque algunos meses antes de su muerte, Chavela Vargas tuvo la idea de homenajear al poeta que no sólo influenció su carrera, sino que la acompañó durante la mayor parte de su vida: Federico García Lorca. Esta idea dio fruto al que sería el último de sus discos, en y a una pequeña gira que realizó en España, cantando en un lugar de suma importancia para el poeta, la residencia de estudiantes, en la ciudad de Madrid. El ruiseñor y la noche es el fruto del seguimiento y recolección de testimonios sobre esta aventura.
Este documental, situado coincidentemente, en los últimos días de Chavela Vargas, crea una atmósfera que hace sentir que en realidad estamos observando una declaración testamentaria, en donde se refleja la forma en que, por más de 90 años, vivió esta cantante y en donde la muerte tenía un papel no de antagonista, pero sí de compañera fiel, que siempre caminaba junto a ella. A través de diversos testimonios nos damos cuenta de esta relación y se nos muestra que la cantante tenía una característica cuasi mágica (llegó a ser chamana) pues según decían, había muerto varias veces ya. A decir verdad, estos testimonios llegan a repetirse unos con otros, sin profundizar, se habría agradecido un poco menos, pero con más información.

La edición tiene buen ritmo, va muy de la mano con el de la música o con la forma de hablar de la protagonista, quien debemos decir, ya se notaba cansada durante la realización. Hay otra característica que en las tendencias del documental a nivel mundial se ha ido haciendo más frecuente: la animación. En esta ocasión se utiliza para recrear algunos escenarios que ilustran a la perfección la atmósfera de misticismo que rodeaba a los personajes, con algunas imágenes del espacio, los sueños de los wirráricas o un ruiseñor en una ventana. La fotografía es otro elemento interesante, sabe conservarse sobria y en momentos hasta lóbrega como el personaje de quien se habla.

El ruiseñor y la noche, Chavela Vargas canta a Lorca, Rubén Rojo Aura, México, 2015. Con: Chavela Vargas, Lila Downs, Sara baras, et. al.
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