viernes, 6 de mayo de 2016

Cassi contra la moralidad. Hagamos una orgía.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

El cine canadiense en muchas ocasiones ha tenido la consigna de hacer un cine diferente al de Hollywood, muchas veces, debido a la cercanía geográfica son etiquetados como productores de películas parecidas y sin embargo, continuamente se demuestra que no es así. Hagamos una orgía es una muestra, endeble, de esto.

La película nos sitúa en Beaver's Ridge, un pueblo de la provincia canadiense del cual Cassi Granston se vio obligada a salir debido al escándalo que la rodeó cuando siendo una adolescente fue descubierta expresándole su amor al que era su novio. El pueblo, en cambio, está plagado de gente conservadora que evita hablar de sexo. Cassi se convirtió en una columnista famosa cuya materia prima es el sexo, en su primer texto habló mal de los habitantes de Beaver's Ridge lo que la convirtió en una persona no grata.

Cuando por la muerte de su madre tiene que volver, Cassi se enfrentará a la hostilidad de los habitantes del pueblo, además encontrará que el amor de su juventud está casado precisamente con la mujer que en el pasado se empeñó en hacerle la vida imposible, del encuentro de las dos mujeres saldrá el reto de hacer y participar una orgía, lo cual dará como resultado un sinfín de problemas y titubeos que convertirán ese objetivo en algo épico para el lugar.

La historia es una comedia romántica que utiliza los típicos arquetipos de las cintas de este género. Conforme se va realizando la presentación de cada uno de los personajes, nos damos una idea de cómo y por dónde se desenvolverá la historia de cada uno y de las parejas planteadas. En este aspecto el filme no presenta cosas nuevas.

Cines capitalinos reciben Hagamos una orgía
La fuerza que tiene la lleva en el guión, que si bien plantea personajes muy definidos también hace un uso excepcional de los actos cómicos. Al inicio del texto decíamos que este cine se trata de diferenciar del de otras latitudes y lo logra, no es una película que caiga con frecuencia en el chiste fácil "del pastelazo" o peor aún en los chistes vulgares que hacen referencia a los genitales o a las relaciones sexuales, en su lugar busca adentrarse en algunos de los misterios que rodean al hombre cuando se encuentra en una situación donde la moral le impide aceptar ciertas cosas, lo cual hace más interesantes los chistes, tornándolos en ocasiones en un humor negro muy bien logrado.

Las actuaciones son otro punto favorable, si bien la mayoría de los actores resultan desconocidos por la poca producción cinematográfica que llega a nuestro país, todos parecen entender bien el rol de su personaje y aunque en algunas ocasiones se cae en exageraciones (momentos de sátira bien llevados), la gran mayoría encamina la película por un sendero que aparenta ser seria, característica que a su vez imprime mayor fuerza a los chistes.

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Si bien Hagamos una orgía, es una película que centra su historia en una anécdota que puede tacharse de haberse visto en diversas ocasiones con antelación, tiene elementos que la hacen una comedia diferente, que propone una visión interesante de las sociedades conservadoras y la manera en que la moral puede hacerse a un lado para vivir plenamente. No es una película que genera reflexiones profundas, pero  una que puede disfrutarse bastante.

Hagamos una orgía de Jeremy Lalonde, Canadá, 2015, 101 min. Con: Jewel Staite, Lauren Holly, Katharine Isabelle, et. al.


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