domingo, 8 de noviembre de 2015

Y todo por unas ovejas. Carneros



Por: Manuel Hernández Samperio

Historias de hermanos con diferencias irreconciliables abundan, entonces, ¿qué tiene Carneros de diferente que la llevó a ganar elpremio Una Cierta Mirada en el pasado festival de Cannes? Gummi y Kiddi llevan más de cuarenta años sin hablarse, el asunto se pone más serio cuando te enteras que son vecinos en una comunidad en donde hay más ovejas que personas. Ambos compiten férreamente por ser el mejor criador de carneros en un certamen que se organiza cada año. 


Sin embargo, un buen día (o mal día, sería mejor) una enfermedad mortal e incurable le es diagnosticada a las ovejas del valle, todos los criadores son obligados a sacrificar a sus animales, así, la actividad que para cada uno de los pobladores significa la vida misma, parece tambalearse y el vacío provocado por la ausencia de los animales parece provocarles cierta locura, orillándolos a tomar decisiones radicales. 

Carneros es una película que sobresale por distintos elementos, las historia (y por ende el guión), está muy bien estructurada, desde la primera escena queda claro que los carneros tomarán un papel trascendental dentro la misma y conforme va avanzando cada uno de los personajes queda claro en el papel que desarrollarán.

La utilización de los planos generales y tomas panorámicas es muy frecuente, lo cual tiene toda la intención de aprovechar los paisajes que rodean al valle en donde está situada la acción, aprovechando en consecuencia una fotografía que incluye en su mayoría la neblina, sello característico de la región (Islandia) y que le da al filme una estética aún mayor. 


La interpretación de los personajes principales también es buena, le será fácil al espectador adentrarse en la historia de odio que existe entre los hermanos, apoyado en buena medida por las actuaciones en las diferentes peleas. El diseño sonoro está bien hecho, destacando una tormenta en donde gracias a la buena utilización de los canales de audio, se logra dar la impresión al espectador de estar dentro de ella. La música que acompaña en cierto momentos también está bien elegida. 

Algunos tintes de humor negro, momentos de tensión, el reflejo de las problemáticas burocráticas que aquejan a los granjeros y la manera en que la gente vive y enfrenta situaciones que harán tambalear  el modo de vida que han llevado durante años, son algunos de los elementos que redondean el filme, para llevarnos a un final un tanto desconcertante pero a la vez redentor.

Carneros es, en resumen, una puesta en escena con una propuesta interesante que bien vale la pena ser vista, en donde las relaciones familiares son llevadas al límite de una manera tan sutil que permite al espectador recibir la historia de una forma sencilla y que dejará en él un buen sabor de boca.

Carneros (Hrútar) de Grímur Hákornason, Islandia-Dinamarca, 2015, 93 min. Con Singuröur Sigrurjonsson, Theodor Júlíusson, Charlotte Boving, et. al.


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