viernes, 14 de septiembre de 2018

Carnívoras. Julieta y Justina modernas.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Crecer con hermanos puede ser bueno pues las personas comienzan a ver la importancia de compartir, de encontrar en el otro a alguien con quien contar y en quien apoyarse. Sin embargo, en algunas ocasiones, esta convivencia puede tornarse en una competencia por ver quien es mejor o más exitoso en la vida. Partiendo de esta premisa es que Carnívoras codirigida por Jérémie y Yannick Rennier toma sentido.

Las hermanas Barni han soñado siempre con llegar a ser actrices reconocidas. Samia (Zita Hanrot), la menor de ellas ha tenido una vida mucho más acelerada, está casada con un hijo y su carrera comienza a despuntar ante los ojos de Mona (Leila Bekhti), su hermana mayor.  Parte del éxito se debe a la forma de se de cada una, Samia es extrovertida y sin tabúes sexuales, mientras que Mona es seria e introvertida.

Cuando a Samia le ofrecen protagonizar una adaptación de Justina del Marqués de Sade el rodaje se tornará muy demandante, lo cual la llevará a un punto de inflexión que la obligará a desaparecer. Esta situación repercute en la familia, pero al mismo tiempo le dejará abierta la puerta a Mona para poder alcanzar su sueño.

Este trabajo, que implica el debut como directores de la pareja de actores es una cinta que tiene una serie de significados y adaptaciones sutiles que se van entretejiendo para presentarnos la vida de estos dos personajes. El primero de ellos es una constante referencia, a la obra ya señalada del Marqués de Sade, específicamente con las dos hermana: Julieta y Justina, quienes representaban dos caminos totalmente opuestos: el libertinaje por un lado y el camino de las leyes religiosas por el otro. De esta forma podemos ver, una vez más que aquella que sigue el camino del libertinaje comienza a tener como pago el éxito y la consecución de sus sueños, mientras que la mujer recatada, no logra consolidar nada en su carrera.

Si bien, no se llega a una exageración como lo era la escritura del noble francés, sí están marcados ciertos rasgos en la psicología de los personaje y estos mismos son los que las llevan a tener desaguisados entre sí. Adherir a esto que todos los personajes están interpretados de manera óptima, todos mantienen la misma línea de actuación, sin ninguno que destaque sobre los demás pero le dan verosimilitud a cada una de las acciones que se desenvuelven.

Por otro lado están los aspectos técnicos, entre los que podemos mencionar la fotografía, la cual está realizada con elementos mínimos, en muchas ocasiones con los mismos que cada escenario puede proporcionar, esto dota de realismo a la cinta. Por otro lado podemos apuntar sobre la música que en su mayoría es diégetica, es decir, está justificada dentro de las acciones, y de ellas mismas emanan. Encontramos en la selección musical un recorrido por diferentes géneros que se amalgaman en buena forma con la trama.

Ahora bien, en contra del filme podemos apuntar que en algunas ocasiones se vuelve un tanto predecible, específicamente hacia las últimas decisiones que debe tomar cada uno de los personajes, esto derivado de los lugares comunes de los que echan mano. Este detalle es el que le quita cierta verosimilitud al filme, aunque al mismo tiempo intenta, de manera efectista, causar alguna reacción en el espectador, sobre la relación de hermanas que llevan.

Carnívoras es una cinta interesante, en donde las referencia bibliográficas y cinematográficas surgen en más de una ocasión. Con actuaciones que logran llevar a buen puerto la narrativa y con un nombre que a final de cuentas se torna en una metáfora que cobra sentido tras ver el filme, nos pone de frente a una situación que llama la atención porque hace preguntarnos hasta dónde podrá llegar la naturaleza humana cuando los objetivos de vida están de por medio.

Carnívoras, Jérémie Renier, Yannick Renier, Francia-Bélgica, 2018, 98 mis. Con: Zita Hanrot, Leila Bekhti, Bastien Boullion, et. al. 


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