
Por: Manuel Hernández-Samperio.
Las pérdidas, dependiendo de la edad y la magnitud en que suceden, pueden generar diferentes tipos de sentimientos sobre quien las sufre. En la niñez, los padres representan una figura importante y el perderlos de un momento a otro puede significar un evento traumático para el sobreviviente. Ojos de madera es una cinta que parte de esta premisa para contarnos una historia que termina por ser estremecedor.
Víctor (Pedro Cruz) es un niño que acaba de perder a sus padres en un accidente. Tras este suceso será adoptado por sus tíos quienes harán un esfuerzo por integrarlo a su familia y porque el trauma por el que atraviesa sea superado con el tiempo. Sin embargo, el niño parece no poder adaptarse a la nueva vida que se le ofrece, más aún, en su cabeza comienzan a aparecer imágenes del accidente que sufrieron sus padres y que comienza a mezclar con su nueva realidad, lo cual podría generar malos augurios para la incipiente familia.

El guión es simple, un niño pierde a sus padres y shock es tan fuerte que lo lleva al borde de la locura, lo cual se presenta a través de diferentes alucinaciones. Sin embargo, son los elementos que visten el filme los que destacan. El primero de ellos es la ambientación de cada uno de los escenarios, los cuales en su austeridad le dan un buen toque a la estética del filme.

Otro de los elementos es la cámara y su uso. Es una cinta en donde la cámara fija es el común denominador, pero en donde el director sabe introducir algunos movimientos cada vez que es necesario. Pero no es sólo eso, sino que a cuadro se cuenta con una buena composición, en donde los elementos que aparecen tienen una buena distribución, simétrica en la mayoría de las ocasiones pero en ello se refleja también el buen uso de los espacios, dando un peso mayor al manejo de la profundidad de campo, logrando con ello, que en todo el cuadro haya acciones.

A la cinta, sin embargo, se le pueden reprochar algunos elementos, el primero de ellos es el ritmo lento que impera en cada uno de los encuadres, esto en ocasiones se siente innecesario, es decir, se alargan algunas escenas cuando ya han transmitido lo que se buscaba. Esto deriva en que en ocasiones el ritmo no sea óptimo y se sienta aletargado.

Ojos de madera es un ejercicio cinematográfico que retoma en muy buena forma un tema que se ha vuelto ya muy recurrente (los traumas psicológicos) y lo lleva de buena forma apoyado de diferentes elementos técnicos que alcanzan la creación de diferentes atmósferas y es en ellas en donde se asienta el peso de la historia. Sin duda es un filme que va llevando al espectador por el mundo onírico del personaje principal, envolviéndolo y manteniéndolo al pendiente de lo que sucederá en la siguiente escena.
Ojos de madera, Roberto Suárez, Germán Tejeira, Uruguay-Venezuela, 2017, 63 mins. Con: Pedro Cruz, Florencia Zavaleta, César Troncoso, et. al.
No hay comentarios:
Publicar un comentario