
Por: Manuel Hernández-Samperio.
En méxico y América Latina las desigualdades sociales y económicas son evidentes. Los regímenes que han beneficiado a unos cuantos oligarcas y las políticas que en muchas ocasiones se han tenido que aplicar para abrir economías a los mercados internacionales sin estar precisamente estar preparadas para ello han dado como resultado una profundización en la brecha entre ricos y pobres. Aunado y derivado de ello los crecimientos irregulares y mal planificados de las urbes dan como resultado la creación de cinturones en donde la gente se amontona en búsqueda de un lugar en dónde vivir.
En Sin muertos no hay carnaval, Sebastián Cordero utiliza una situación de "paracaidistas" para llevarnos a la región de Guayaquil, en Ecuador e introducirnos en la historia de tres personajes: Celio (Diego Cataño), un joven paracaidista que está dispuesto a todo con tal de conservar el pedazo de tierra que junto a su madre ha invadido y a la que se aferran para poder vivir; Emilio Baquerizo (Daniel Gilbert) el dueño de los terrenos invadidos y que al mismo tiempo es el ahijado del dueño del equipo de futbol de la Ciudad.
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Finalmente está la historia de Lisandro Terán (Andrés Crespo) un abogado que busca su beneficio en cada una de las acciones que emprende. Por un lado ayuda al grupo de paracaidistas para regularizar su situación, pero por otro intenta extorsionar a los dueños de las tierras en busca de ganancias. Las tres historias se entrelazarán y se complicarán cuando en los terrenos un niño extranjero que hacía turismo muera y obligue a las autoridades a investigar al respecto.
Periódicamente llegan a México cintas que buscan retratar la vida de los estratos sociales más desfavorecidos en los diferentes países de Latinoamérica, por mencionar algunos de esos filmes tenemos 7 cajas de Celso Franco (Paraguay, 2012) o Violencia de Jorge Forero (Colombia, 2015) por mencionar algunas. Sin muertos no hay carnaval es un ejercicio que vale la pena ver no sólo por la situación que retrata (nada alejada de nuestra realidad mexicana) sino por la manera en que el guión va entramando la historia de cada uno de los personajes.


El filme se enfrenta a un problema y es el hecho de alargar demasiado pequeñas historias a través de la presencia de personajes que poco o nada aportan a la trama, que si bien fungen para darle descanso o justificar algunas de las acciones que emprenden los personajes, en otras ocasiones se profundiza infructuosamente en su psique siendo que no serán claves para los giros de la trama (la novia de Celso, una policía-detective, etc o la hermana de Baquerizo son ejemplos de ello).
Sin muertos no hay carnaval es una cinta que sin duda mantendrá al espectador atento de lo que suceda, es un thriller que no sólo entretiene, sino también denuncia una serie de situaciones que para desfortunio suceden en muchos países: corrupción, abusos de autoridad, muerte y un sistema que se emplea para hacer cumplir la ley en favor de quienes pueden comprarla. Un filme que vale la pena ver y que hace cumplir las expectativas.
Sion muertos no hay carnaval, Sebastián Cordero, Ecuador-México-Alemania, 2016, 100 mins. Con: Andrés Crespo, Daniel Gilbert, Maya Zapata, Diego Cataño, et. al.
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