domingo, 25 de marzo de 2018

Rostros y lugares. Siempre hay historias que contar.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Agnès Varda es una cineasta representante de la Nueva Ola Francesa, esta corriente francesa se caracterizo por desafiar lo establecid hasta ese entonces por el cine, y de cierta manera, cambiar la manera en que se hacían las películas a través de un lenguaje cinematográfico que se atrevía a experimentar. Varda decidió aventurarse en el género documental y Rostros y Lugares, filme en donde comparte créditos con el artista visual JR, funge al mismo tiempo una muestra de las características de la corriente artística y un homenaje a sus compañeros, pero también se atreve a ir más allá.

En este trabajo se hace un recorrido por diferentes lugares de Francia a través de los ojos de los dos artistas: una documentalista, el otro artista visual. Ambos se embarcarán en una aventura en donde el principal objetivo es reconocer a la gente, conocer sus historias y a partir de ellos realizar alguna intervención en los edificios emblemáticos de este entorno.

El viaje llevará al espectador a visitar y conocer puertos, ciudades o la campiña francesa, en donde habitan muchos rostros y con ellos sus historias y las historias de sus antepasados.

De esta cinta de Varda se podría empezar diciendo que el tema es muy sencillo y que por lo mismo podría no llamar la atención, sin embargo, conforme avanza la trama, podemos darnos cuenta de que no habría nada más equivocado que hacer una aseveración así. Es gracias a la manera de narrar la historia que poco a poco se envuelve al espectador y se van conociendo no sólo las historias de la gente, sino lo más importante, sus problemas, necesidades y de manera muy sutil, pero bastante efectiva diferentes denuncias.

Empecemos por señalar que la cinta echa mano de la herramienta denominada como docuficción, a partir de ella se plantean dos historias diferentes que se entrelazan y una es la razón de la otra: por un lado está la relación que mantienen Agnès Varda y JR, en donde nos explican la manera en que se conocieron, su cacería de historias, el trabajo en conjunto que realizan y cómo lo planean o las bromas que se hacen entre sí, todo esto a partir de una serie de voces en off y algunas imágenes que ilustren lo que van comentando. Por otro lado se encuentra el documental en sí, las historias que han encontrado y que se han decidido a retratar o con las que están trabajando y ellas se ilustran a través de entrevistas y lo que va sucediendo con cada una de las cosas.

Otro de los puntos interesantes de la cinta son las historias por sí mismas y la denuncia que se hace a través de ellas, así encontramos que mediante el recuerdo de algunos mineros, la actividad de algunos granjeros, agricultores o cargadores de barcos, nos enfrentamos ante un entorno provocado por las maneras en que el capitalismo obliga a vivir, encontramos cómo se ha cambiado la manera de vivir, de trabajar y hasta de producir en aras de maximizar las ganancias sin importar los problemas que podrían derivarse de ello o las alteraciones que se han provocado en otras especies y en ocasiones hasta en nosotros mismos (sí a pesar de ser un país primermundista se pueden percibir algunos de sus efectos).

Otro de los puntos que se habían señalado al inicio de este texto es el carácter de homenaje que de alguna manera le realiza al movimiento cinematográfico al que ha pertenecido la cineasta, pues en él se hace un intento por juntar e incluir a Jean-Luc Godard, el otro cineasta con vida de esa época, de cuyo trabajo también se habla y se reflexiona y quien también de cierta manera aparece, aunque no haya sido de la manera en que Varda habría querido.

Sin duda Rostros y lugares es una cinta con bastantes aristas de dónde poder hablar, en donde se recuperan diferentes historias tanto de los realizadores como de la gente que entrevistas, en donde los protagonistas son la memoria y las historias que a través de los siglos y con sólo algunas variaciones se siguen repitiendo. Sin declararse en alguna postura política y sin llevar alguna bandera ideológica (no al menos de manera explícita) se pone al espectador de frente con una variedad diversa de cuestionamientos sobre lo que hemos sido, lo que somos y hacia donde vamos, no sólo en la sociedad francesa, sino en el mundo entero.

Rostros y lugares, Agnès Varda-JR, Francia, 2017, 90 mins. Con: Jean-Luc Godard, JR, Laurent Levesque, et. al.


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