viernes, 12 de enero de 2018

Abril y el mundo extraordinario. Un mundo sin ciencia.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

La vida moderna le debe en gran medida a los avances tecnológicos muchas de las comodidades de las cuales gozamos. La tecnología es derivada del desarrollo de la ciencia, en una frase reduccionista podríamos asegurar que la tecnología es la ciencia aplicada. Pocas veces nos hemos puesto a pensar en cómo sería la vida si en algún punto de la historia el trabajo y los procesos científicos se hubieran detenido. Abril y el mundo extraordinario, de Christian Desmares y Frank Ekinci parte de este supuesto para contarnos su historia. 

Planteando una distopía la cinta nos regresa al año 1941 en donde el tiempo parece haberse detenido al menos cien años antes, en donde la revolución industrial que tenía al carbón como principal combustible sigue vigente y en una Francia en donde Napoleón V es quien gobierna. Es ahí donde Abril, quien ha quedado huérfana debido a la desaparición de sus padres, quienes eran científicos, se decide a ir en su busca. 

Motivada por su gusto por la ciencia, y gracias a los consejos de su abuelo, la ayuda de su gato Darwin (quien tiene la capacidad de hablar gracias a la ciencia) y de Julius, un joven que ha encontrado en la calle y de quien se ha enamorado, se decide a buscar a sus padres, desencadenando una serie de aventuras que tendrá que enfrentar para llegar a ellos.

Esta propuesta es bastante interesante desde el momento en el que se decide a detener el tiempo para plantearnos una situación en donde no sólo se ha perpetuado el linaje de Napoleón, sino que además se ha tiranizado a la Tierra con los desperdicios producidos por el exceso de carbón y el vapor, mostrándonos un posible (y no muy lejano, gracias al petróleo) daño en la naturaleza y por consiguiente en la salud humana. 

La animación se apoya en el trabajo del historietista francés Jacques Tardi, quien con el estilo que caracteriza su manera de dibujar le da un toque distinto a los personajes, lugares y acciones que desenvuelve la trama, dando en todo momento la sensación de que se mira una historieta en movimiento, marcando, además, un tono que ronda entre el azul, el verde y el gris en los colores empleados, afines al pesar que produce la situación en que se encuentra el mundo. 

Sin embargo, la historia por sí misma se enfrenta a la utilización de los lugares comunes, en donde sabemos que la heroína y el gato enfrentarán a tantos villanos como sean necesarios y lograrán ponerse a salvo, en donde quedará enamorada del joven que ha conocido y los padres lograrán tener contacto con ella. Aún con estos pequeños tropiezos el espectador no tendrá problemas en llegar al final que propone el filme.

Abril y el mundo extraordinario es una cinta que hace reflexionar sobre la importancia que ha tenido la ciencia a lo largo de su desarrollo en la vida del ser humano, pero no sólo eso, al mismo tiempo lleva a la reflexión respecto al impacto que hemos tenido sobre el ambiente. Mención aparte merece el mundo en el que se desarrolla la historia, en donde se materializa la imaginación de los escritores. 

Abril y el mundo extraordinario, Christian Desmares y Frank Ekinci, Francia-Bélgica-Canadá, 2015, 106 mins.


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