Por: Manuel Hernández-Samperio.
El arte y el impulso económico para su creación han estado
siempre ligado a una clase dominante que en muchas ocasiones lo ocupan como la
forma de legitimar su estatus. En los últimos años lols museos se han erigido
como un aliado más de esta élite, en donde se exhibe lo que a consideración de
los curadores de dichos lugares, debe ser reconocido y tomado en cuenta como
arte. Este punto ha detonado diversos debates, ya que desde la aparición del arte
moderno, se ha desarrollado la idea de que (casi) cualquier cosa, si se le
cambia el significado para generar algo en el espectador, puede ser tomada por
arte. The Square, cinta dirigida por Ruben Östlund, parte de este mundo para
mostrarnos su historia.
Christian es el mánager de un museo de arte contemporáneo al
cual está por llegar una exhibición en donde el atractivo principal es la obra
titulada The Square, en donde se propone crear un espacio en donde la gente tenga
igualdad. Sin embargo, lo que en apariencia es una vida común y corriente, en
donde Christian es un hombre exitoso y con cierto grado de poder, empieza
inesperadamente a entrar en un caos.
El robo de su celular, un romance de una noche, la
publicidad de la nueva exposición en el museo o la llegada inesperada de sus
hijas son sólo algunas de las situaciones que pondrán su mundo de cabeza.
The Square, que se levantara con la Palma de Oro en el
festival de Cannes, busca hacer una reflexión
sobre la forma en que se
desarrolla y se maneja el arte en la actualidad, a través de diferentes
cuestionamientos y puestas en escena en donde queda en entredicho si lo que
conocemos como arte en la actualidad, debería llamarse así.
El guión tiene la peculiaridad de ir mezclando en buena
forma las diferentes historias que llevarán a la crisis al protagonista, sin
embargo, en esa característica lleva sus mismos problemas, pues el exceso de
historias juegan en contra, pues a pesar de tener un inicio con buen ritmo se
va envolviendo en el tedio de pequeñas tramas que poco aportan, poco
evolucionan pero quitan atención de la trama central, como el caso de la
aparición de las hijas o el romance inconcluso con una periodista.
En contraparte, la cinta muestra el buen empleo de
diferentes elementos técnicos, el primero de ellos es el manejo de cámara, el
cual mezcla la cámara fija y la cámara en mano de acuerdo a la necesidad de las
escenas. Así tenemos que en ocasiones el espectador pasea por todo el espacio
en donde se desarrolla la acción.
Otro de los elementos es la fotografía, la cual se emplea en
todo momento de acuerdo a la intención del director de mostrarnos
específicamente lo que él quiere, es decir, en buena cantidad de ocasiones, la
luz está direccionada para iluminar una parte específica del espacio de acción,
y se debe mencionar que en su mayoría se privilegia la forma cuadrada en que se
presentan las acciones, tanto en la iluminación, como en las escenas, acaso
haciendo referencia al mismo nombre de la película.
The Square es una cinta que tiene su importancia en la
crítica que levanta sobre la actualidad del arte, desde la primera escena pone
en la mente del espectador la duda de qué debe ser considerado como artístico y
sobre ello se desenvuelve, a pesar de ello, el espectador tendrá que luchar con
el tedio que le pueda provocar el exceso de historias que poco aportan a la
trama principal. En su favor, se apoya con una buena técnica.
The Square, Ruben Östlund, Suecia-Alemania-Francia-Dinamarca, 2017, 142 min. Con: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, et. al.
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