miércoles, 25 de octubre de 2017

60 minutos para morir. La inteligencia como medio de supervivencia.

Por: Masiel Rico Landa.

Experimentar nuevas formas de diversión siempre suena interesante para más de uno, sin embargo no sabes qué puede encontrarse detrás del misterio de lo nuevo. 60 minutos para morir es un filme estadounidense que nos ofrece una historia donde una nueva experiencia llevará a sus personajes a un final inesperado.

Con la finalidad de festejar el cumpleaños de su novio, Christen (Elizabeth Hower) organiza una visita a un cuarto de escape, una reciente atracción ilegal que consiste en resolver algunos acertijos en un tiempo límite de 60 minutos, para poder así encontrar la salida del lugar, sin embargo su atractivo plan cambia por completo cuando la finalidad del misterioso juego se convierte en sobrevivir.

Es necesario comenzar por mencionar la poco innovadora trama de la película ya que cuenta con una historia similar a otras, como Cube (Vincenzo Natali, 1997), donde los personajes también se ven forzados a buscar una forma de escape. Lo mismo sucede con Línea Mortal (Joel Schumacher, 1990) e incluso la famosa película 60 segundos (Dominic Sena, 2000) que a pesar de ser una película de otro género, el tiempo es crucial para la historia y busca añadir suspenso a toda la acción.

Sin embargo, en el caso de 60 minutos para morir, la relevancia del tiempo es superada casi en toda la película por otros elementos (como el de los acertijos que deben resolver los personajes), es únicamente hacia el desenlace del filme que el límite del tiempo retoma un poco de fuerza.

En el inicio se hace un amplio uso de la voz en off que cumple con su propósito de dar información sobre la trama, pero sobretodo el de imponer un poco de terror psicológico a la audiencia. Es este último ingrediente el que tiene mayor trascendencia durante la cinta y que por ende se convierte en su mayor fuerte, mediante la voz en off, en un principio, y posteriormente mediante la música y la persecución, consiguiendo así generar algo de tensión en el espectador.

Los clichés no podían quedar fuera de la historia, desde el inicio se adivina fácilmente lo que está por suceder y los motivos que orillan a cada personaje, sin embargo Will Wernick logra que el hacernos estas suposiciones sea un buen método para guiarnos por una historia cuyo fundamento principal no es el que parece.

La fotografía sencilla de la cinta tiene principalmente la finalidad de guiarnos por la historia y al mismo tiempo mantiene los tonos fríos y oscuros para construir la atmósfera de suspenso necesaria, sin embargo no hay un evidente toque personal del director ni de algún intento de proponer nuevas construcciones visuales para el género del suspenso.

Por su parte la música y el diseño sonoro es un elemento crucial para generar tensión en el público, a pesar de que la relevancia de los 60 minutos es casi nula, el sonido del reloj en algunas escenas transmite la presión de los personajes y contagia al espectador, claro ejemplo de ello se refleja en escenas como la muerte de Anderson (Dan J. Johnson) o de Tyler (Evan Williams).

Finalmente el cierre retoma un cliché constante del género donde no queda claro del todo lo que está por suceder al único sobreviviente de la historia, a pesar de ello es sencillo de imaginar.


Así, el filme de Wernick hace su intento por retomar uno de los géneros más complejos para impactar a la audiencia y aunque su trama no es precisamente innovadora, consigue mantener el interés del público con una cinta que es fácil de digerir y que logra de vez en vez tener un poco de impacto en el espectador, a pesar de su narrativa predecible y las actuaciones planas que se presentan en casi toda la cinta.

60 Minutos para morir, Will Wernick, E.U.A., 2017, 81 min. Con: Evan Williams, Elizabeth Hower, Dan Johnson, et. al.


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