Por: Manuel Hernández-Samperio.
El proceso de liberación de Filipinas fue bastante largo, en
1896, cuando aún formaba parte del imperio español se suscitó una revolución
armada encabezada por Andrés Bonifacio, que tenía como fin principal terminar
con el yugo español y fundar una república independiente. Canción de cuna para
el misterio trágico, filme de Lav Díaz retoma este suceso para presentarnos su
interpretación del camino independentista de su país.
En medio del estallido de la revuelta corren dos historias
paralelas, por un lado Gregoria de Jesús, esposa de Andrés Bonifacio, quien lo
buscan incansablemente después de que fue traicionado y capturado por soldados
pertenecientes al régimen; por otro lado está la relación que se desarrolla
entre Simeon e Isagani, el primero es rico y traidor, el segundo un poeta,
ambos son creación del escritor José Rizal.
La cinta transcurre mientras se nos van mostrando escenas de
la vida colonial y del momento de tensión causado gracias al movimientos de
liberación encabezado por Bonifacio.
La cinta de Lav Díaz es una maratónica travesía por una
época que se antoja lejana pero que resultó
fundamental para el pueblo filipino
en la consecución de su libertad, si bien no se logró la independencia, por lo
menos se dio un paso en ese camino. La
película es lo suficientemente extensa como para mostrarle al espectador
diferentes facetas no sólo de la lucha sino también de la vida diaria y el
ambiente que reinaba en ese momento (o al menos la forma en que lo imagina el director).
Con una historia contada en blanco y negro en donde, como
suele suceder en la filmografía del director, se cuenta con una fotografía
interesante que ayuda en la creación de atmósferas y que en otras ocasiones
respeta en buena medida las condiciones que la época requiere (recordemos que
aún no había electricidad), vamos conociendo parte del movimiento armado, sin
embargo, la cinta tiene la peculiaridad de no reflejar en gran medida las
batallas del movimiento en el que se desarrolla, sino meterse en lo que sucede
alrededor y
las batallas son prácticamente mencionadas.
El estilo del director se basa en buena medida en reflejar
la forma de la vida, de este modo tenemos que el ritmo de las acciones en la
gran mayoría de las escenas es lento, con encuadres largos y con acciones en
donde los personajes se toman el tiempo necesario que se tomaría cualquier
persona en la vida real, así vemos pláticas entre dos amigos, en donde si es
necesario que estén comiendo se toman el tiempo para hacerlo, entre otras acciones.
Otra de las características relevantes es que se toma el
tiempo para desarrollar a cada uno de los personajes importantes de forma que
podamos verlos cercanos a las personas comunes, y vayamos entrando en su mundo
entendiendo la forma en que reaccionan, los motivos que los mueven y aquello
que los caracteriza.
Sin embargo, la cinta se enfrenta con algunos detalles, el
primero de ellos son las actuaciones, pues para darle mayor verosimilitud se
incluyeron diálogos en español, sin embargo, algunos de los actores
no tienen
una buena pronunciación del mismo, otros problemas son ciertos momentos en la
edición, que muestra ciertos brincos o problemas con el sonido que bien podrían
ser achacados a la duración del filme, pues por lo extenso del mismo en ocasiones
se descuidan estos detalles.
Canción de cuna para el misterio trágico es una cinta
relevante como un documento que refleja una parte importante en la historia de
Filipinas, si bien sus ocho horas podrían parecer un obstáculo para la misma,
se puede decir en su defensa que es una historia que se deja ver ya que poco a
poco va introduciendo al espectador en la misma, el sello de Lav Díaz se vuelve
a hacer patente en esta epopeya de su país en donde, muy a su estilo, conocemos
parte de este suceso.
Canción de cuna para el misterio trágico, Lav Díaz, Filipinas-Singapur, 2016, 488 min. Con: Piolo Pacual, John Lloyd Cruz, Hazel Orencio, et. al.
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