Por: Manuel Hernández-Samperio.
El México colonial se cimentó sobre una sociedad de castas, en donde prácticas espiritistas traídas con los esclavos africanos, costumbres religiosas impuestas por españoles y las ideas prehispánicas convivieron entre sí durante los 300 años y más aún, sobreviven hasta nuestros días. Pero no sólo eso, también leyendas y mitos en donde lo sobrenatural convivía con la gente se hicieron famosas y persisten aún en la tradición oral. Ladronas de almas es el testimonio de una de esas leyendas en donde se van combinando creencias con lo sobrenatural en una historia interesante.
Durante la lucha de independencia, en un hacienda alejada de todo el movimiento castrense habitan las sobrevivientes de la familia Cordero: un padre con sus hijas y un par de sirvientes. Hasta ese lugar llega un grupo de soldados que vienen a buscar un tesoro cuyo rastro se perdió mientras era transportado de un pueblo a otro y en cuyo camino la hacienda es el único lugar con pobladores que se atraviesa.
La convivencia que se da entre ambos grupos es hostil, hasta que advierten que en el lugar comienzan a morir uno a uno los soldados y que quizá lo mejor habría sido jamás haber llegado al lugar.
Ambientado correctamente en la época de la lucha independentista, este relato de Juan Antonio
de la Riva tiene diversos elementos que lo vuelven interesante. Iniciando por la hacienda en donde ocurren las cosas, que al final se convierte en un personaje más y que es digno reflejo de un tiempo en donde los lujos comienzan a tambalearse por un cambio que se avecina. El vestuario y las escenografías también son determinantes para que lo que se verá a cuadro se sienta verosímil.
Pero no sólo es esto, en la historia se retoman y entrelazan de buena forma las creencias que se tenían sobre la magia y los poderes sobrenaturales de algunas personas. Es este el pretexto en el que reposa el argumento principal y sobre el cual se estructura una historia que está bien justificada y que logra, a partir de diferentes giros, mantener la atención del espectador.
Hay sin embargo, algunos detalles que resaltan a lo largo de la cinta, el primero se deja sentir en algunos diálogos, unos porque dan más información de la que deberían y otros porque "brincan" por la psicología de cada personaje, no son propios de lo que podría esperarse de ellos.
Otro de ellos se deja sentir en las actuaciones, de las cuales podemos decir que son un poco disparejas, dando como resultado que distintos momentos de la trama lleven varios altibajos. Algunas de ellas se sienten un poco acartonadas, mientras las otras se sienten naturales, de acuerdo al diseño de sus personajes, esto como consecuencia de la experiencia que tienen unos y otros actores. El problema de lo anterior es que da como resultado que algunas de las acciones pierdan credibilidad y vemos, por ejemplo, que una joven le gana por fuerza a un soldado, cuando su talla y sus actividades cotidianas hacen pensar que sería al revés.
Más allá de eso, la cinta también tiene varios aciertos, la fotografía acompaña a la locación en donde se desarrollan las acciones, dando como resultado, como se h mencionado, que la hacienda luzca como un personaje más, pero también ayuda en la creación de diferentes
atmósferas que visten las situaciones, que ayudan a mantener el suspenso o que dan pie a los diferentes giros que la trama depara.
Ladronas de almas es una cinta que se sustenta en un buen guión, el cual está bien justificado y que sabe aprovechar las herramientas que la época en que se desarrolla le presta. No tiene grandes momentos de terror, pero los que aparecen se encuentran bien justificados. Si bien enfrenta algunos detalles, sabe salir avante cuando se la ve como un todo. Es en sí, una buena aportación para el cine de género dentro de la filmografía de nuestro país.
Ladronas de almas, Juan Antonio de la Riva, México, 2015, 88 min. Con: Sofía Sisniega, Natasha Dupeyrón, Ana Sofía Durán, et. al.
No hay comentarios:
Publicar un comentario