jueves, 23 de febrero de 2017

El Dorado XXI. El mito y la ilusión de salir de pobre.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

El mito del Dorado se fraguó durante la época de la colonia, en ese tiempo todo tipo de conquistadores enloquecía por encontrar el lugar en donde las minas de oro, eran lo suficientemente vastas como para no tener fin. El lugar donde lo ubicaron era lo que hoy pertenece a Colombia. El mito se hizo muy popular pero nunca se logró mostrar que existiera. Hoy en día, un asentamiento en los andes de Perú tiene entre sus atracciones una mina de oro, El Dorado XXI es testimonio de una versión actual del éxodo que emprende la gente, en busca de su supervivencia. 

El asentamiento andino tiene el nombre de La Rinconada, al cual llega gente de diferentes lugares del país, confluyen con el mismo propósito: trabajar en la mina, y entre sus sueños se encuentra el de conseguir lo suficiente como para dejar de trabajar en el lugar. 


La mina y el lugar en parecen tener vida propia, durante casi todo el año la gente trabaja incansable, dando lugar entre otras cosas, a los sindicatos y entrada a algunos vicios. Sólo en el momento en que es la fiesta patronal hay un alto, para dar paso a la fiesta y a las costumbres que se mantienen en el lugar y se enriquecen con la llegada de nuevos trabajadores. 

La propuesta de Salomé Salas se divide en dos partes, en la primera se le da vida a la mina, dándole su lugar como el personaje protagónico, en la segunda parte se habla de la vida alrededor de ella, de la gente que llega y se alimenta gracias a lo que logra extraer hasta llegar a presentarnos las costumbres más arraigadas del lugar. 

La división de ambas partes es clara, la primera está realizada en dos planos, en donde se alcanza a ver el movimiento de los mineros, y en donde se echa mano de diferentes testimonios para reconocer la situación de pobreza de la gran mayoría de los trabajadores así, conocemos nos enteramos de gente que logró enriquecerse con su trabajo, de prostitutas que obtienen sus ingresos cuando es noche de paga o de la radio local que anuncia diferentes disposiciones para los pobladores. 

La segunda parte nos muestra la forma en que está organizada la gente y su forma de trabajar. Se nos muestran algunos vicios provenientes desde tiempos inmemoriales, como el uso de la "coca" para aguantar. Hasta llegar al momento cumbre, en donde se da a conocer la forma en que se realiza la celebración de las fiestas del lugar. 

La cinta es una muestra clara de una situación y un sueño, ambos heredados de la colonia: la primera es la pobreza de los grupos marginados, el segundo el sueño de encontrar el lugar que les riquezas. Como consecuencia de la sobreexplotación de la mina, vemos un paisaje cada vez más inhóspito, en donde cada vez es más difícil trabajar y los mineros tienen dos opciones, asociarse a alguno de los grupos concesionado para la explotación o aventurarse a trabajar por su lado con los restos que dejan los demás, en ambas las probabilidades de obtener riquezas son muy bajas. 

La cinta además, tiene una evolución interesante, retratada en el ritmo de la cinta y sobre todo en la iluminación; la directora nos lleva de dos planos largos (que ocupan cerca de una hora) a una edición más fluída, y nos transporta de una noche que comienza a hacerse presente al día, en donde la fotografía destaca de manera impresionante, utilizando la luz natural, esta es la parte más interesante del filme, pues dota de belleza cada una de las imágenes. 

El Dorado XXI es una cinta que retoma la situación de los pueblos latinoamericanos, donde la pobreza es una de las constantes y en donde la mística y los sueños se convierten en el principal motor para intentar salir adelante. Con un estilo harto contrastante, en donde una vez superados los planos más largos, la cinta toma un ritmo mucho más veloz (y ameno) entendemos somos testigos de una infinidad de historias que corroboran esta situación.

El Dorado XXI, Salomé Lamas, Portugal-Francia, 2016, 125 min.

 

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