domingo, 26 de febrero de 2017

Corazones Cicatrizados.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Rumania ha sido un país que ha llamado la atención en los últimos años gracias a que sus cineastas han desarrollado un estilo hiperrealista varias veces reconocido. El caso de corazones cicatrizados es una muestra de que pueden reinventarse y seguir planteando historias interesantes. 

En la década de los 30, en un poblado de rumano, Emanuel llega a un sanatorio para ser tratado de una enfermedad cuyo diagnóstico es tuberculosis en los huesos. Al iniciar el tratamiento será sometido a permanecer en cama y esperar que el reposo y los tratamientos le ayuden a recuperar la salud. 

En el lugar irá conociendo y compartiendo historias con otros enfermos que padecen situaciones similares, esa convivencia motiva a cada uno de los enfermos para salir adelante; en el caso de Emanuel la precariedad del lugar y los pocos avances en los tratamientos médicos provocarán que todo empiece a complicarse y lo obligarán a estar más tiempo del que se pensaba. 

La puesta en escena de Radu Jude es una adaptación de textos escritos por Max Blecher, esta situada en la década de los años treinta del siglo pasado, situación que se ve permeabilidad a lo largo del filme por la distintas referencias hacia el régimen nazi y la persecución antisemita, no está de más decir que Emanuel es judío y tiene las posibilidades de pagar un tratamiento largo, pero a la vez ha ido a la universidad y tiene un pensamiento crítico, característica que facilitará su relación con los demás en su encierro. 

La cinta tiene un estilo visual bastante bien definido, comenzando por mencionar que la pantalla es cuadrada, haciendo referencia a un formato que ya no se usa y que remite a una historia de otro tiempo. El siguiente elemento es la cámara fija, con muy pocos o casi nulos movimientos, complementada de planos de larga duración, está narrativa se ve contrastada con los constantes movimientos que hay dentro de cada encuadre Jude sabe delegar todo el moviendo de la cinta a las acciones, más aún, emplea de forma magnífica los diferentes planos, así logra un juego llamativo con la profundidad de campo y logrando apropiarse de la atención del espectador para no perder detalles.  Otro de los detalles que le dan mayor valor a la cinta es el uso de intertítulos, en donde, a través de fragmentos de la obra de Blecher, se puede hacer mención de algunas situaciones que no pueden mostrarse en imagen.

De las actuaciones podemos decir poco, pues la gran mayoría de los enfermos están recostados (bastante mérito pasar toda la cinta en esa posición) sin embargo hay en todas ellas puntos que le dan verosimilitud a la trama. Lo que puede cuestionarse en ese aspecto es que a lo largo de la trama se ve muy poco el deterioro del que son víctimas los pacientes, manteniéndose casi siempre con la misma apariencia, no es sino hacia el final, en donde se alcanza a percibir un cambio en el aspecto físico del personaje principal. 

Debe mencionarse también la iluminación, pues se nota ha sido realizada con pocas herramientas, echando mano, en buena medida de la luz natural, lo cual a la larga, dotado de gran realismo a la historia, pues se logra emplear al máximo cada locación, aportando a la característica antes mencionada de la profundidad de campo. 

Finalmente, la situación narrada se vuelve siempre interesante, la mayor parte de la trama se desarrolla en el hospital, pero nunca se cae en efectos claustrofóbicos que aburran o desesperen al espectador, por el contrario la historia tiene la capacidad de ir hilando momentos y temáticas (políticas en su mayoría) que terminan por mantener la tensión. 

Corazones cicatrizados es una historia con gran poder visual, su director tiene la capacidad mantener durante dos horas la atención de su espectador, sabe sacar provecho del lenguaje empleado en beneficio de la trama. Nos muestra además, la manera en que era padecido el nazis momento naciente en Europa en un país que estaba lejos de la acción.

Corazones cicatrizados, Radu Jude Rumania, 2016, 141 min. Con: Lucian Teodor Rus, Ivana Mladenovic, Ilinca Harnut, et. al. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario