Por: Manuel Hernández-Samperio.
En 1999, con El proyecto de la bruja de Blair, se inauguraría una corriente dentro del género de terror que hoy conocemos como found footage, el consiste en mostraros lo relacionado con un acontecimiento a partir del material "que se encontró", esta técnica viene a dotar de gran realismo a las películas, pues tiene la intención de denotar que lo que se esta viendo sucedió en realidad. Perdidos, largometraje de Diego Cohen, es uno de los pocos casos en el cine mexicano que retoma la técnica en cuestión.
En 2012 cuatro jóvenes se adentraron en las ruinas de lo que solían ser unos baños públicos, lugar que décadas atrás servía como punto de convivencia gracias a sus lugares comunes como vapor o las regaderas. Tenían como objetivo grabar todo lo sucedido durante una noche, de manera que pudieran probar la existencia de ciertos entes en el lugar y retratarla en documental que Lalo, el líder de ellos, estaba preparando como tesis en la universidad.
De esta forma: Lalo, Román, Lucio y Daniel, llegaron ahí con la convicción de encontrar lo que ya habían escuchado en ciertos relatos, sin embargo, no se imaginaron que serían alcanzados mucho más rápido de lo que creían.

La interacción de estos personajes provocará ciertos conflictos que de igual forma se encuentran bien justificados. Sin embargo, ese mismo guión se enfrenta al problema que una vez develado (o mostrado) el misterio sobre el que ha basado (y tardado) buena parte del relato encuentra un desenlace bastante precipitado, esto provoca que los puntos en donde la tensión podría subir y acabar con los nervios del espectador no se desarrollen lo suficiente, dejando la sensación de que hizo falta algo.

Y sin embargo, la cinta tiene algunos detalles que juegan en su contra, por un lado las actuaciones de todos sus intérpretes son algo disparejas, este tipo de cintas, al tratar de dar el efecto de que fue algo que sucedió en la realidad necesita de gran naturalidad en sus personajes, en el caso de la cinta hay momentos en los que se sienten un tanto forzados, contrastando con otros momentos donde se logra una buena interacción entre los personajes.
La naturaleza del filme también exige una buena cantidad de cámara en mano, pues de alguna forma viene a ser el punto de vista de cada uno de los personajes, sin embargo, por momentos esos movimientos son excesivos, lo cual puede llegar aturdir a quien ve el filme, si no está acostumbrado, y esto acrecentado por la iluminación escasa, que amerita el lugar donde se desarrollan las acciones.

En conclusión, Perdidos en un buen ejercicio cinematográfico, tiene su mérito en ser de los pocos trabajos que se han realizado con ese estilo dentro de la cinematografía mexicana, además de desenvolverse en una sociedad en donde se le da un gran peso a todo lo inexplicable, sin embargo, los problemas que enfrenta a lo largo del filme (planteamiento largo y desenlace abrupto y lo dispar de las actuaciones, principalmente) van en detrimento de su historia, no termina por convertirse en una historia que provoque en su totalidad las sensaciones buscadas.
Perdidos, Diego Cohen, México, 2014, 95 min. Con: Eduardo Montes, Daniela Mosca Steinhauer, Adrián Romero, et. al.
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