En el siglo pasado, se demostró que México podría alcanzar un gran nivel de representación en materia de las artes plásticas, en los
primeros años de la centuria con el movimiento muralista encabezado por
Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco y una buena
cantidad de jóvenes entusiastas que siguieron sus pasos y lograron
extender esta corriente artística
hasta cerca de la década de los 50, momento en el cual nuevas
generaciones comienzan a cuestionar las formas y los contenidos
ideológicos establecidas hasta ese entonces, la generación, por obvias razones, fue nombrada como "Generación de la Ruptura" y entre ellos se encontraba un joven Manuel Felguérez, quien desde entonces figuraba como uno de los creadores más activos; El caos y el orden es una cinta en donde dicha generación es un simple pretexto para hablar de la obra de uno de los artistas más relevantes del país.
Teniendo como uno de los dos narradores de la cinta al propio Felguérez, el presente documental nos llevará a realizar un viaje tanto temporal como espacial, en aras de reconocer la vida y obra del artista,
cabe aclarar que no se utiliza la herramienta de hacer un recuento
cronológico y es la misma narrativa del creador, la que va llevando a
diferentes episodios en su vida, aunque inicie por los momentos más
recientes de la vida.
De esta forma, el documental va haciendo saltos entre el proceso creativo por el que pasa Felguérez mientras realiza una obra, hacia los momentos en que su generación
exponía, para después retomar el momento en el que decidió convertirse
en pintor o llevarnos hasta el museo que lleva su nombre, reflejando que
el guión sigue precisamente la premisa del título: el caos y el orden, pues a pesar de los saltos, la narración en todo momento muestra coherencia en su hilo conductor.
Del
mismo modo al tratarse de un artista visual el trabajo logrado a cuadro
no desmerece, pues en diversas ocasiones se experimenta con la
digitalización de sus obras y se logra darle una interacción entre ellas, estos juegos aparecen como el cierre e inicio de cada capítulo que
se retoma en la historia, durante el resto de la narración se mezcla
una voz en off con la historia contada, de primera mano, por Felguérez.
La edición, que combina los aspectos de los que se habla, con los testimonios, y sobre todo con las muestras de pinturas, es un hecho que está bien
desarrollado, el montaje vuelve a la historia (a pesar de su
fragmentación) en una historia coherente e interesante a cada momento,
pues las casi dos horas de duración pasan desapercibidas ante los relatos de la cinta.
Sin embargo, puede reclamarse que hay algunos temas que se tocan ligeramente para después no volver a hablar al respecto o se dejan sin profundizar, como el caso de Lilia Carrillo, primera esposa de Felguérez y cuya muerte ya no se menciona.
La aparición del gobernador de Zacatecas, quien parece hablar en aras de realizar cierto proselitismo hacia su imagen, también podría
ser otro punto a cuestionarse, sin embargo, si se lo ve a distancia, es
un reflejo más de la cercana relación que tiene la política con el
arte.
Felguérez retomaba la Teoría del caos para crear, así lo dice el nombre del presente trabajo y asi
mismo lo dice su obra, dentro de todo ese caos logra encontrar el orden
y de esa forma expresarse. El caos y el orden, es el reflejo de lo mismo, al
final termina siendo un homenaje a uno de los artistas más constantes de
los últimos años, así se siente al mirarlo y así lo demuestra la situación
del mural en la SEP retratada en el mismo documental; a lo largo del
filme encontraremos no sólo al artista, sino también al humano que se
confirma así con sus gustos y vicios.
El caos y el orden, Miguel Ángel Tobías, México, 2016, 100 min. Con: Manuel Felguérez, Arielle Holmes, Caleb Landry Jones, et. al.
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