Por:Manuel Hernández-Samperio.
El tiempo se ha encargado de consagrar a Carlos Enrique Taboada como uno de los directores referentes cuando se habla de cine de terror mexicano, creador de clásicos que coquetean con el culto como Más negro que la noche o Veneno para las hadas, por mencionar algunos, su vida se vio cortada en 1997, los expertos en el tema aseguraban que para ese entonces había filmado ya la que a la postre sería sería su última película: Jirón de niebla y sin embargo, no se tenía o conocía un registro al respecto; la película nunca ha visto la luz y aunque ya se han encontrado algunas partes sigue estando dentro de las cintas perdidas del cine mexicano. Sin embargo, la creciente ola de directores de terror en México no han ignorado la importancia de Carlos Enrique y Julio César Estrada decidió realizar, a partir del guión de Taboada, una versión de Jirón de Niebla, y que finalmente verá la luz.
Daniel (José Ángel Bichir) era un niño cuando su madre se suicidó frente a él y ante la ausencia de un padre, quedará bajo la custodia de su tía Elizabeth Sampere (María Rojo) quien, proveniente de España (en donde se vivió bajo el régimen conservador de Franco), ha sido educada para reprimir tanto sentimientos como pulsiones sexuales, y viendo en su hermana a una maniática sexual que terminó su vida por causa del desenfreno sexual del que había sido "objeto". La nueva vida le resulta a Daniel demasiado estricta y ante los abusos y malos tratos de su abuela sólo puede callar.

La trama de la historia se basa en el guión de Carlos Enrique Taboada adapatado por el director, en colaboración con Ángel Pulido y Gustavo Moheno. En este trabajo podemos mencionar a dos referencias artísticas bastante evidentes, por un lado, el cuanto El corazón delator de Edgar Allan Poe, que tiene precisamente en el sonido su mayor aportación a la película, la otra es una referencia clara a Alfred Hitchcock y su trabajo más reconocido: Psicosis.
Sin embargo, lo que parece pintar para ser una historia que pueda provocar diversas reacciones en el espectador comienza a enfrentarse con diferentes problemas, el primero de ello está impregnado en los mismos diálogos, los cuales se antojan lejanos a la verosimilitud (que no a los personajes), en otras ocasiones son los causantes de grandes saltos dentro de la trama, y en el peor de los casos obligan a que las cosas sucedan demasiado rápido, provocando poca verosimilitud en las escenas, ejemplo de esto pueden ser las escenas en donde la tía Elizabeth se enoja, pues se pasa de una actitud pasiva a una explosión de carácter sin haber sido provocada lo suficiente.

En el aspecto de la música hay dos opiniones al respecto, está utilizada en demasía, dejando muy pocos espacios para el sentimiento y dando pocas oportunidades para que la fuerza de las situaciones sea la que transmita algo al espectador; en contraste, si se pone atención a la banda sonora encontramos que está muy bien hecha, teniendo gran valor en lo artístico, lástima su excesivo uso.

En conclusión, Jirón de Niebla que trata de fungir como un tributo a la memoria de Carlos Enrique Taboada enfrenta diferentes problemas que la hacen una historia con algunos momentos de intriga y suspenso, pero que en su mayoría, por los elementos que ya hemos mencionado, le dotan un aire de inconsistencia y torpeza al contarse, la idea no era mala, el problema es cómo está contada.
Jirón de niebla, Julio César Estrada, México, 2015, 98 min. Con: María Rojo, José Ángel Bichir, Joaquín Cosío.
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