Por: Manuel Hernández-Samperio.
Woody Allen es uno de los cineastas más prolíficos de la actualidad. Si bien el hecho de producir una película por año ha devenido en que su carrera haya tenido altibajos demasiado marcados, bien podemos apuntar que a lo largo de todas ellas ha logrado establecer un estilo en donde es evidente que está preocupado por explorar algunos temas: el psicoanálisis, las relaciones interpersonales, los judíos, la magia y lo sobrenatural son sólo algunos de ellos. Café Society, cinta que estrenara en la más reciente edición del Festival de Cannes condensa varios de estos temas para entregarnos una historia, que a pesar de explorar lo que ya ha hecho se siente sumamente fresca y deriva en una cinta imperdible dentro de su filmografía.
Década de los 30, Bobby (Jesse Eisenberg) es un joven neoyorquino que se resiste a quedarse en su ciudad a sufrir un destino parecido al de su hermano, quien es un matón al estilo de los gángster de la época. Por esta razón decide mudarse a Los Ángeles, lugar en donde su tío Phil Stern (Steve Carrell) es ya un afamado representante de actores. Tras varios intentos de Bobby, logra obtener de su tío un puesto como asistente en su empresa, en donde conocerá a Vonnie (Kristen Stewart) de quien se enamora instantáneamente.
Conforme va a conociendo a Vonnie se entera que está saliendo con un hombre casado, sin embargo, su relación termina y Bobby aprovecha para conquistar a Vonnie, pero cuando ésta se entera que el hombre se ha decidido a dejar a su esposa para casarse con ella no lo pensará dos veces y acabará su relación con Bobby quien a su vez regresará a Nueva York para ser el manager del café que acaba de abrir su hermano, en donde pronto subirá en la escala social, lo cual propiciará un giro a su vida.
Café Society nos traslada a la naciente edad de oro del cine hollywoodense, situándonos en la época de los 30 logrando verosimilitud gracias a que tanto la ambientación como los vestuarios están bien logrados. A partir de sitiarnos aquí comienza a desarrollar un guión que va desplegando diferentes enredos, vueltas de tuerca y diferentes chistes en el clásico tono del director, que van desarrollando una historia en donde lo principal es evidenciar lo complejo que pueden llegar a ser las relaciones humanas, especialmente cuando hay amor de por medio.
El guión plantea la trama en dos mitades perfectamente delimitadas por el espacio en donde se desarrollan las acciones, la primera, que sirve como el planteamiento, está situada en Los Ángeles, donde sucede el triángulo amoroso y es la parte de la historia con más punch. En la segunda mitad se da el regreso a Nueva York, aquí la trama empieza a dispersarse gracias a la historia de su hermano y a la inclusión de un nuevo amorío en la vida del protagonista y a pesar de eso, es también donde cierra lo planteado en la primera mitad para llevarnos a un final abrumador.
Además del guión y la exploración sobre los sentimientos, otro de los puntos fuertes en la cinta es la fotografía, excelsamente lograda, en ella es notoria esa división en dos partes que se ha apuntado, mientras en Hollywood las atmósferas tienden a los colores cálidos, que acompañan el momento de enamoramiento y ensoñación del protagonista a Nueva York lo acompañan los tonos fríos que bien pueden evocar al momento de tristeza por el que atraviesa el personaje principal; en ambas ocasiones se obtienen buenas postales de los lugares, siendo las más emblemáticas aquellos donde aparecen los puentes de Manhattan.
Finalmente cabe señalar que las actuaciones están muy bien llevadas, obteniendo de cada uno de los personajes lo justo para desarrollar lo esperado de ellos, Jesse Eisenberg realiza un buen trabajo entregando en la primera parte de la cinta a un personaje que recuerda, por sus obsesiones y forma de actuar al mismo Woody Allen en sus apariciones más representativas (quizá evocará su papel en Annie Hall), sucede lo mismo con Stewart quien a últimas fechas ha demostrado con trabajos más serios lo que es capaz de reflejar, cada uno de ellos tiene una evolución que contrasta con la forma en que iniciaron la historia, que está bien demarcada y lograda.
Café Society es una cinta que bien vale la pena revisar, con un guión que bien podría ser tomado como una crítica a la creación del starsystem norteamericano también podría ser una especie de homenaje a la época por la forma en que es retratado. Es la confirmación de los temas y obsesiones que han dominado el cine de Allen, y sin embargo logra reinventarse. Si bien se tropieza un poco cuando divaga en las historias paralelas a la principal, es ésta la que tiene un gran efecto.
Café Society, Woody Allen, Estados Unidos, 2016, 96 min. Con: Jesse Eisenberg, Kirsten Stewart, Steve Carrell, et. al.
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