miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un hombre a la altura. Haciendo pequeños los prejuicios.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Los "defectos" físicos suelen acomplejar a las personas debido a que en buena cantidad de sociedad son señalados diferentes, abriendo, en repetidas ocasiones, debates sobre la equidad o la discrimación. Estas características provocan que la gente que los posee tenga una vida un poco más difícil, pues nos fácil para ellos ser aceptados y señalados por la gran mayoría de la gente. Desde esta premisa es que parte Un hombre a la altura comedia de Laurent Tirard remake de la argentina Corazón de León.

Diane (Virgine Efira) es una abogada que tiene algunos años divorciada, en una pelea con su ex-esposo olvida su celular en la mesa de un restaurante, de donde lo recoge Alexandre (Jean Dujardine), quien con la intención de regresárselo le pide una cita. La conversación con él le parece amena por lo cual acepta verlo, sin embargo, cuando por fin se encuentran Alexandre no es precisamente lo que ella había imaginado, sino un poco más chaparro.

Conforme se van conociendo inician una relación en donde tendrán que aceptarse como son, al mismo tiempo que se enfrentarán con una sociedad con todo y sus prejuicios.


Esta comedia se basa en una historia sencilla, que probablemente hemos visto recurrentemente, no desde la cinematografía francesa, pero sí del cine de Hollywood. A pesar de la continua exposición a este tipo de historias (en donde probablemente el lector ya sabrá el final), tiene algunos elementos que la vuelven agradable y la hacen funcionar.

En primer lugar están las actuaciones de ambos protagonistas, Dujardine quien ya ha sido probado, hace una muy buena interpretación de su personaje, provocando que se conecte de inmediato con el público. Lo complementa Efira, quien no desmerece provocando que la pareja muestre gran química durante la cinta. En ellos recae todo el peso de la trama y saben llevarlo a flote.

El guión está bien estructurado tanto en la creación de cada uno de los personajes como en los diálogos, los cuáles están cargados de chistes, que aún yéndose por el cliché y el humor negro terminan siendo divertidos e impulsando en el personaje de Dujardine su lucha por ser respetado y tratado como igual. Éste es uno de los ejes vectores de la cinta: provocar una reflexión sobre la forma en que tratamos a quienes son diferentes y dentro de la misma curva dramática de este personaje nos plantea de frente con la forma en que se sienten las personas al ser discriminadas.

La aparición e inclusión de los personajes incidentales y de soporte también es acetartada, pues además de seguir indagando en la psicología de los dos personajes principales agregan también algunos momentos de comedia.

Sin embargo, la cinta adolece en diferentes características, por una parte está el "efecto especial" para volver más pequeño a Alexandre, el cual es muy evidente en la mayoría de las ocasiones en donde tiene que interactuar con su compañera.

Por otra parte está el hecho de seguir una fórmula probada en infinidad de ocasiones. Es casi un hecho que después de presentar a ambos personajes el espectador imaginará un final, lo cual juega en contra de la cinta, ya que se vuelve predecible.

En suma, Un hombre a la altura es una propuesta que tiene muy definidos sus roles, gracias a estereotipos y fórmulas probadas, sin embargo, debe verse por las actuaciones de los personajes principales y las situaciones que se le plantea. Es una cinta de donde se disfruta el camino, más que el final.

Un hombre a la altura, Laurent Tirard, Francia, 2016, 98 min. Con: Jean Dujardin, Virgine Efira, Cédric Kahn, et. al.


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