jueves, 8 de septiembre de 2016

Señor Chocolate. Una carrera ensombrecida por el racismo.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

El racismo ha sido una mancha difícil de borrar en la historia de la humanidad. Estaría de más repasar todos los crímenes derivados de algunas libertades que se han tomado los gobiernos al permitir ciertas acciones de las "mayorías" o justificándose ellos mismos para organizar exterminios masivos, o escuchar los discursos de personajes como Donald Trump. A pesar de esto, intermitentemente aparecen personajes que nos recuerdan con sus historias, que las actitudes hacia las minorías van mal encaminadas y son llamadas de atención para cambiar las cosas. Señor Chocolate, filme de Roschdy Zem recupera una de estas historias, desconocida para buena parte de la gente occidental a pesar de tener cierta relación con ella.

A finales del siglo XVIII, Rafael Padilla (Omar Sy) logró salir de Cuba un poco antes de la guerra por la independencia de su país. Llegó a Francia por azares del destino y tras trabajar en diferentes lugares encontró en el circo la forma de ganase la vida que más le gustaba: encarnando a un aborígen caníbal africano. Realizaba este acto, rodeado de comentarios racistas hasta que un payaso y acróbata de nombre George Footit (James Thiérrée) le propuso hacer un dúo, bautizándolo además, como Señor Chocolate. La rutina que montaron ambos dio resultado y pronto su fama se expandió por todo Francia, hasta llevarlos a la capital.

Sin embargo, la fama, el dinero y un entorno racista, pueden provocar más problemas de lo que son capaces de resolver, por lo cual el Señor Chocolate tendrá que enfrentar diferentes obstáculos, en donde su principal enemigo podría ser él mismo.

Ambientada hábilmente en la Francia de principios de siglo pasado, esta biopic retoma el trabajo de una pareja que revolucionaría el mundo del circo y del espectáculo, y sin embargo, el racismo, el cual es una constante (acaso un retrato fiel de la sociedad francesa de ese momento), y otros vicios humanos, se encargaron de hacer de este personaje un simple destello en la historia del espectáculo.

El guión está bien estructurado, pues sin dar rodeos nos plantea en el momento en que descubren al Señor Chocolate, no tarda en explicarnos la historia de cada personaje, de hecho son mínimos los momentos en que podemos saber sobre el pasado del protagonista (y sin embago, son efectivos). A pesar de esto, la manera en que se cuenta experimenta muy poco con las fórmulas establecidas para este género, lo cual la hace caminar, pero sin llegar a ser extraordinaria.

Las actuaciones son otro punto interesante de la cinta, los dos personajes principales son contrastantes entre sí pero a la vez complementarios, por un lado Omar Sy, encarnando al Señor Chocolate lo va matizando conforme avanza la historia, en un principio se muestra desenfadado y gracioso, en la segunda parte del filme, cuando toma consciencia del entorno que lo rodea, su interpretación le exige mayor seriedad a la cual responde acertadamente. Por otro lado, su compañero Footit, se muestra en casi todo momento serio, sin embargo, en sus espaldas carga otro de los puntos de discriminación con una homosexualidad más sugerida que aceptada (al final la historia no gira sobre él, no se profundiza al respecto, lo cual es otro acierto para no desviar la atención del personaje central).

La ambientación y vestuarios son un punto que juega para la historia, pues se logra transportar a la época en que sucedieron los hechos.

Señor Chocolate es una cinta bien estructurada y bien actuada, retoma una temática que nunca ha sido borrada del ADN humano, para mostrarnos que probablemente no hemos cambiado mucho en el aspecto de la discrimación y el racismo un siglo después. Es una historia que retoma una anécdota digna de ser (re)conocida, como un puntito más en la lucha por la igualdad de las personas. 

Señor Chocolate, Roschdy Zem, Francia, 2016, 119 min. Con: Omar Sy, James Thiérrée, Thibault de Montalembert.


No hay comentarios:

Publicar un comentario