Por: Manuel Hernández-Samperio.
El mar esconde entre sus aguas una vasta cantidad de secretos, historia, batallas, etc. Pero así como su fuerza es capaz de llevarse o acabar con casi cualquier cosa, también puede devolverla. La luz entre los océanos de Derek Cianfrance, plantea que el mar puede traer sorpresas inimaginables para la gente que tanto lo ha deseado, aunque las consecuencias podrían no ser las mejores.
Tom Sherborune (Michael Fassbinder) es el encargado de cuidar un faro en costas australianas, es un sobreviviente de la guerra y esta situación le ha hecho pensar que no hay un buen motivo para seguir, hasta que conoce a Isabel Graysmark (Alicia Vikander), de quien se enamora y tras algunos meses de intercambio epistolar decide proponerle matrimonio. Tras este suceso, llegan a vivir a la costa donde él trabaja. Aislados de casi todo el mundo, tienen una relación intensa en donde al cabo de unos meses Isabel resulta embarazada.
Tras algunas complicaciones Isabel pierde a su primogénito, pero la intencion de la pareja es tener un hijo, por lo cual lo vuelven a intentar, sin embargo, un aborto inesperado volverá a enlutarlos, hasta que un día del mar llega un bote con un hombre muerto y una bebé a quien rescatan y deciden adoptar. La familia buscará ser feliz a partir de este engaño, pero el sentimiento de culpa y la obligación por hacer lo correcto serán un fantasma latente en la vida de la pareja.
Esta cinta, basada en la novela homónima escrita por M. L. Stedman nos lleva a los primeros años del siglo pasado, época en donde los sistemas de comunicación aún no estaban muy desarrollados, de los de seguridad ni hablar. Esta situación permite que la historia se vuelva verosímil, además de la buena ambientación que tiene la cinta lo cual puede verse en el vestuario y en las locaciones, en donde, incluso la población es poca.
Quizá este traslado a la época es de las cosas más relevantes de la cinta, la cual usa buena parte del tiempo para plantear un primer problema: la imposibilidad de procrear, para dar un giro hacia el verdadero problema sobre el que girará el resto de la historia: la niña adoptada y los problemas morales, sociales y legales que con esto podrían llegar.
Además de la demora para presentar el tema principal la narrativa utilizada es igualmente lenta, en donde se combinan algunos planos extensos con un exceso en el uso de los paisajes que aunque van demostrando con la iluminación de estos espacios la forma en que se desarrolla la relación de la pareja, también van alargando innecesariamente una historia que ya desde el guión había sido extensa.
Pasando al plano de las actuaciones encontramos que son bastante contrastantes, mientras Vikander hace una interpretación acorde a las necesidades del personaje, el cual tendrá una montaña rusa en cuanto a las sensaciones, Fassbinder se muestra totalmente inexpresivo, todo el tiempo con la cara dura, seria, si bien su personaje es introvertido difícilemente vemos que haya algún cambio en su rostro, lo cual va en detrimento de la historia, pues provoca que no logre conectar con los espectadores. El detalle más evidente es que después de varios años no ha envejecido y sus movimientos siguen siendo igual de rápidos que cuando era un joven.
Otro punto que va en contra de la historia es el exceso de pequeñas tramas paralelas que comienzan a sugir conforme va avanzando, así conoceremos a cada miembro de la familia de donde proviene la niña náufraga, las razones por las que llegó al agua, entre una buena cantidad de datos que no aportan a que la historia principal siga avanzando, y contribuyendo sólo a que se siga alargando.
Aún con lo anterior, la iluminación es de destacarse, como ya se mencionó, las constantes tomas hacia los paisajes van demostrando las sensaciones por las que atraviesa la pareja protagonista, desde las escenas en donde el sol va saliendo, hasta los atardeceres sombríos o una tormenta. En cuanto a los interiores es un buen mérito que se haya hecho lo posible por demostrar la manera en que muchos lugares eran iluminados: a partir de velas y quinqués.
En general, La luz entre los océanos es una historia que, de haber hecho caso a la aseveración de "menos es más", habría logrado tener un impacto mucho mayor, pues es en esa pretención de abarcar el mayor número de detalles (que podrían funcionar bien en la literatura, pero no siempre en el cine) en donde comienza a perderse, volviéndose un tanto tediosa y más larga de lo que hubiera sido óptimo para ella.
La luz entre los océanos, Derek Cianfrance, Reino Unido-Nueva Zelandia- EE.UU, 2016, 130 min. Con: Michael Fassbinder, Alicia Vikander, Rachel Weisz, et. al.
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