domingo, 14 de agosto de 2016

Entre alucinaciones y amigos. Borrachín borrachín.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

Las adicciones son un tema recurrente en la cinematografía contemporánea. Desde el tráfico de drogas hasta los ludópatas, pasando por el alcoholismo y hasta a la Internet, sin duda han dado paso a historias que invitan a reflexionar sobre el uso excesivo o la importancia que juegan algunos aspectos en la vida de la gente utilizando como herramienta la gran gama de géneros. Borrachín borrachín, como su nombre lo dice, retoma la adicción por el alcohol para contar de una forma diferente lo que hemos visto infinidad de veces.

Tobías ha tenido desde hace muchos años a un amigo llamado Botella, juntos han compartido grandes momentos, especialmente en la fiesta. Sin embargo, conforme la vida ha avanzado, Tobías ha contraído más responsabilidades que se niega a aceptar porque prefiere compartir tiempo con su amigo y seguir con una vida en donde los excesos son el pan de cada día.

Las cosas en su vida parecen tomar un rumbo distinto cuando Tobías se da cuenta de que la vida al lado de su amigo parece no dejarle nada bueno al grado de llegar a un punto en el que decida si quiere seguir en la fiesta o cambiar la situación de su vida para disfrutar de las cosas que ésta le ofrece.

Borrachín borrachín es una cinta que, como su nombre apunta, nos pone de lleno en la problemática del alcoholismo dentro de la sociedad, específicamente en una familia alemana, un arquitecto que parece "tenerlo todo" no puede dejar de beber. Se adhiere a su historia la situación del amigo y es precisamente la forma en que es retomado este último, la que hace a esta cinta distinta a las demás, pues da paso a un juego entre la realidad, la irrealidad y las alucinaciones que puede provocar el estado etílico, dando como resultado una película que adquiere, por momentos, tintes de comedia y otros tantos de drama.

El guión es interesante, todo el tiempo hay una interacción constante entre la vida de Tobías y la de su mejor amigo, esta interacción es llevada haste el último de sus límites rozando en una relación amorosa entre ellos y desatando problemáticas que podrían costarle la vida. A pesar de todo lo anterior, la película carece de algún punto que lleve a tope las situaciones que enfrenta, hay momentos intensos pero, desde nuestro punto de vista no hay un punto que cimbre a los personajes, cada vez que la trama se enfila a ellos es sustituido con algún toque cómico.

Las actuaciones son buenas, aunque también es necesario decir que los actores no son exigidos más allá de lo necesario, la pareja protagonista (Tobías y Botella) logran buena química, pero sus actuaciones no van más allá de las borracheras y algunos momentos serios en donde no terminan por explotar.

El aspecto técnico está bien desarrollado, al fotografía por momentos alcanza buenos resultados, las escenas en antros o bares son ejemplo de ellos, también en el uso de la cámara se nota cierta experimentación, las borracheras y los momentos en que los personajes experimentan sus alucinaciones demuestran que hay un buen manejo de la misma, añadiéndole cierta tensión a la trama.

Borrachín borrachín es una cinta que ofrece una perspectiva distinta de las adicciones gracias a la forma en que retoma a sus personajes y la situaciones en las que los pone, sugiere que todos podríamos estar influenciados por algún amigo, que al estilo del "diablito y angelito" nos mal anconsejen. No cuenta nada nuevo, es cierto, sin embargo, los elementos que va incluyendo, en este caso los psicológicos son los que más resaltan, y el hecho de que se acerque a la realidad desde la irrealidad es un acierto que la hace diferente. 

Borrachín borrachín, Axel Ranisch, Alemania, 2015, 102 min. Con: Christina Grobe, Heiko Pinkowski, Peter Tabner, et. al. 

Se exhibe en: Cineteca Nacional el 19 y 25 de agosto. Cinépolis Oasis el 16 de agosto. Cinépolis Diana el 18 de agosto. FARO Aragón el 21 de agosto.


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