viernes, 1 de julio de 2016

En la sangre. ¿Hasta dónde te llevará la pasión?


Por: Manuel Hernández-Samperio.


Mateo (Pedro de Tavira) es un joven que acaba de regresar a México después de estar una temporada en el extranjero estudiando y tratando de comprender los cambios de su vida. A su regreso, el único momento en que se siente seguro al estar con otras personas es cuando convive con Tomás (Juan Pablo Campa), su hermano y su novia Nadia (Camila Selser). Conforme se van conociendo Mateo comienza a sentir atracción por Nadia, sin embargo, esta atracción se va quedando como una fantasía en la cabeza de Mateo. Las cosas parecen tomar otro rumbo cuando Tomás se ve obligado a salir del país para seguir con sus estudios.

Es cierto, los triángulos amorosos se han llevado en diversas ocasiones a la pantalla grande, es un tema recurrente en las historias de amor, aún así la película es digna de análisis. Para empezar se contextualiza en la clase media alta mexicana y refleja, a su vez, la forma en que, desde esta situación, se afrontan ciertas circunstancias como el amor o los planes para el futuro.

El guión está bien estructurado en cuanto a las situaciones de la trama y los personajes. En el aspecto de la trama se puede decir que no hay escenas de más ni de menos, si bien algunos detalles se van conociendo conforme avanza la historia, no hay algo que se le pueda reprochar.
En el aspecto de los personajes y sus diálogos se define acertadamente la forma de ser de cada cual, desde el macho posesivo hasta el "intelectual" introvertido, todo esto le da verosimilitud a la creación de cada personaje y por ende a las situaciones. Se agradece que los personajes no reduzcan su vocabulario a la palabra "güey", no al menos todas la frases.

Ese mismo guión se encuentra plagado de referencias a André Bretón, específicamente a su libro Nadja, lo cual puede dividir opiniones, pues por un lado se siente que estas citas aportan a la cinta, pero por momento hay cierto aire pretencioso en la misma.


De la mano del guión se encuentran las actuaciones, si bien ya se apuntó que cada personaje habla de acuerdo a su psicología, también es necesario mencionar que cada uno de los actores hace un buen trabajo, puede apuntarse a Pedro de Tavira que en muchas ocasiones se convierte en el espectador de la pareja y logra expresar diversas sensaciones desde la mirada y su actitud retraída. Juan Pablo Campa y Camila Selser también hacen un buen trabajo, complementándose y amalgamando entre sí.

Desde el incio, el filme propone un ritmo lento, a base de encuadres largos en donde no se da mayor información que la de que la de alguien que llega a una casa nueva y su amigo (nos damos cuenta que es su hermano tiempo después) que buscará una beca en el extranjero, se habla de Nadia casi de forma sugerida, no es sino hasta que el protagonista se confiesa cuando el filme comienza a tomar camino hacia un drama que refleja diferentes etapas de las relaciones, tanto de las que concluyen como de las que inicia.

La fotografía es un elemento que le aporta bastante, quizá el que más, por momentos da la impresión de que se iluminó con lo mínimo, pero es esa característica la que le da cierto toque de intimidad a la cinta. Otra muestra del buen manejo de la luz se encuentra en las escenas desarrolladas en la calle o en las fiestas, todo el tiempo se nota una intención un tanto lúgubre que va cambiando conforme la relación entre Nadia y Tomás evoluciona.


Esta característica se apoya en buena medida en movimientos de cámara y efectos como la ralentizción (cámara lenta) de las imágenes o experimentación en los encuadres como la utilización de espejos en espacios cortos para mostrar un espectro mayor de lo que sale a cuadro.

La música es otro acierto, si bien hay momentos en que se siente un uso exagerado de la misma, en lo general se puede decir que no cansa ni harta, fluctúa mucho entre la diegética y extradiegética, es decir, se mezcla la música que emana de las acciones y la que se utiliza sólo para acompañarla, es un plus que uno de los personajes tenga la capacidad de crearla.

La película refleja a una clase media alta que se muestra un tanto apática, con problemas para decidir sobre su futuro y prefiere ver pasar la vida mientras se lee apaciblemente desde una bañera; esta condición parece llevarse a sus relaciones sentimentales en donde parece que tampoco hay un compromiso y se ve con mucha facilidad para entrar y salir de ellas.

En la sangre, hay que decirlo, no es una película que aporte algo nuevo, desde el momento de retomar los triángulos amorosos como temática principal sería difícil hacerlo, sin embargo, más allá del fondo, la película tiene mucha fuerza en la forma, es la manera en que se cuenta en donde puede resultar interesante, el final, si bien es acorde a lo que se va planteando es bastante desconcertante.

En la sangre de Jimena Montemayor, México, 2012, 83 min. Con: Pedro de Tavira, Camila Selser, Juan Pablo Campa.


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