Por: Manuel Hernández-Samperio.
Gracias a la adaptación realizada por Disney en 1940 es un hecho que prácticamente todos conocemos la historia de Pinocho, el niño de madera que un buen día cobró vida y al que sus malas decisiones lo llevan a un peregrinar en donde aprenderá la importancia de portarse bien, seguir los consejos de sus mayores y atender a la escuela antes que a las golosinas.
Esta historia escrita por Carlo Collodi llega en una nueva versión, producida por Alemania y sigue siendo fiel a su predecesora llevándonos de la mano de Pinocho y del grillo que vive con él, a un viaje desde el pueblo de donde es oriunda el muñeco hasta el interior de una ballena.
Sin embargo, la película intenta hacer algunas aportaciones a la historia ya conocida, en primer lugar se realiza una mezcla entre la animación y situaciones de la vida real, herramienta que se ha desarrollado en los últimos años. Así, tenemos a un Pinocho cuyos hilos son movidos a través de una computadora. Sin embargo, esa animación enfrenta algunos problemas principalmente en los movimientos que realiza el muñeco y en la proporción que tiene con respecto a su tamaño y el tamaño de algunos escenarios, por momentos se dará la sensación de que el protagonista se desplaza muy rápido de un lugar a otro, o en donde se ve un personaje más pequeño o más grande dependiendo del lugar en el que se encuentra.
Un aspecto técnico que tiene algunas fallas es el doblaje que se realizó, la película, hay que decirlo, se presentará en español, sin embargo, hay algunos diálogos que no empatan bien con los movimientos de los labios, evidenciando que no es el idioma en el que fue escrita.
La película tiene ritmo, sin embargo, es un ritmo muy acelerado, en pocas ocasiones se le da al espectador un respiro mediante transiciones largas o con planos un poco más extensos en su duración, diera la impresión de que la película fue diseñada o pensada para la televisión en donde el tiempo es una condicionante, de esta forma la historia llega a las situaciones cumbre de forma muy rápida y como consecuencia, en otras ocasiones tiene que emplear el recurso de alargar algunas escenas (cuando Gepetto está navegando en el mar es una de ellas) para cumplir con el tiempo necesario.
Este mismo ritmo acelerado es el que por momentos provoca que la película caiga en algunas situaciones que por sí mismas dieran la impresión de ser incoherentes o inconsistentes, a nadie o casi nadie parecería sorprenderle que Pinocho sea de madera y tenga vida, o las apariciones del "Hada Azul" en donde enamora de la nada a un asistente de cirquero son algunos ejemplos.
Algo que se resalta dentro de la historia es el vestuario y las locaciones empleadas, pues en automático nos transporta a la época de finales del siglo XIX, época en la que fue escrita la historia, y que lo hace de manera acertada, el teatro que llega al pueblo, la forma de vestir de los campesinos son ejemplos de ello. Del mismo modo, la historia se desarrolla en un pueblo con caminos y casas de piedra, lo que le da un valor extra a la cinta.
En este tenor también es de llamar la atención el empleo de los nombres en italiano, el idioma original. Pues así da la impresión de que la historia está desarrollándose en el lugar en donde fue pensada por su autor. Sin embargo, el grillo, en este caso la grillita que acompaña a Pinocho, parece pertenecer a otra época, a la actualidad para ser más exacta, preocupándose siempre por estar a la moda y agradarle a los chicos. Lo cual aunque choca un poco en el aspecto de las épocas le da momentos de comedia a la cinta, su forma de ser y su humor, con tintes de ser oscuro, la hacen diferente al resto de los personajes y a pesar de ser un personaje secundario resalta por lo mismo.
Pinocho es, en general, una película que retoma la historia ya conocida, que hace un esfuerzo por sacar ventaja de nuevas formas de animación, la cual claramente se nota en desarrollo en el país de producción, sin embargo, no aporta grandes cosas al relato que hemos visto, escuchado y hasta adoptado como parte de la cultura popular.
Pinocho de Anna Justice, Alemania, 2014, 96 min. Con: Mario Adorf, Ulrich Tukur, Benjamín Sadler, et. al.
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