Por: Manuel Hernández.
Woody Allen ha demostrado a lo largo de su carrera que puede tomar cualquier tema y hacer burla de él, este caso no es la excepción, sin embargo, su nueva película viene aderezada con buenos toques de suspenso y reflexiones que aluden al drama complementando en buena forma la historia.
Abe Lucas, un profesor de filosofía que ha perdido toda la esperanza en la humanidad y en su vida misma, llega a una universidad en la provincia estadounidense. En ese lugar conocerá a Rita, una profesora que buscará acabar con la monotonía de su vida tratando de seducir al profesor y a Jill, una estudiante que quedará fascinada por la manera en que su maestro percibe la vida. Entre ellos tres se desarrollará un triángulo amoroso, trayendo a colación una de las principales preocupaciones que ha retomado Allen a lo largo de su carrera: las relaciones interpersonales y lo tonto o incoherentes que pueden llegar a ser.
Sin embargo, éste no es el centro de la trama, pues paralelamente el personaje principal, Abe Lucas, buscará y encontrará un sentido en la vida cuando trate de ayudar a una mujer con un problema que desencadenará una sucesión de hechos un tanto macabros que acabarán por darle un giro a la trama.
Con un reparto por demás acertado, las actuaciones se vuelven fundamentales para la historia narrada en la película, Joaquin Phoenix hace un papel excepcional transmitiendo en todo momento ese pesar que le ha causado la vida, el haber subido de peso apoya más el papel de alcohólico de su personaje. Emma Stone que con el maquillaje logra verse como una universitaria complementa la pareja principal alrededor de quienes gira la historia. Las psicologías de cada uno están bien marcadas lo cual apoyará para llevar a un conflicto mayor al tratar de desentrañar y entender la moralidad, pues cada uno la percibe de manera distinta.
Con un guión (el fuerte de Allen) que incluye dos influencias muy marcadas: la primera de ellas es la filosofía, especialmente los existencialistas y las corrientes que se derivaron a partir de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte es innegable que Hitchcock y algunas referencias a él se hacen presentes en la historia, al menos a Un Pacto Siniestro, por la forma en que el personaje se verá envuelto en las futuras acciones, pero también en la forma de estructurar la trama, pues una vez que las acciones son cometidas el único testigo es el espectador, provocando verdadera tensión y suspenso por saber en qué desembocará todo.
El humor está presente, si bien en Medianoche en París se había encargado de desmitificar a las figuras artísticas de principios del siglo pasado, aquí lo hace con diferentes corrientes, simplificándolos o haciendo chistes sobre ellos. Lo cual le da un toque extra al guión.
La ambientación y caracterización hacen buen trabajo, si bien el lugar en el que se desarrolla la trama no funge como un personaje más, sí envuelve con cierto aire entrañable la historia. La fotografía también hace un buen trabajo, pues sin ser excepcional también refleja algunos estados de ánimo de los personajes, es decir, envuelve y crea atmósferas.
Un hombre irracional viene a mostrar a un Woody Allen desenfadado, que se toma la libertad de experimentar y aventurarse en los temas que han ido definiendo su estilo, pero de una forma fresca, ese aire que ha tenido en los últimos años y que viene reflejando no sólo su madurez en la vida, sino que tiene la capacidad de reinventarse para generar historias interesantes. Imperdible.
Un hombre irracional de Woody Allen, Estados Unidos, 2015, 96 min. Con: Joaquin Phoenix, Emma Stone, Jamie Blackley, Parker Posey, et. al.
No hay comentarios:
Publicar un comentario