¿Somos víctimas de un sistema que se adueña de nuestras tierras y después nos obliga a trabajar en ellas para poder sobrevivir? Ésta es una de las premisas principales del filme La Tierra y La Sombra, ópera prima de César Augusto Acevedo, colombiano acreedor de la Palma de Oro, en el último festival de Cannes.
La historia nos plantea una familia semi-desmembrada, con hombre
confinado al encierro provocado por una enfermedad que le afecta en los
pulmones. Su esposa y su madre están obligadas a trabajar en los cañaverales
que rodean la casa, para intentar curarle la enfermedad que lo mata lentamente.
Su padre, ausente los últimos diez años regresa y obliga a la familia entera a
adaptarse de nuevo a su presencia. El hijo del enfermo, con siete años, no logra
entender todo lo que pasa alrededor suyo.
Es así como estas cinco historias se van entrelazando dentro
de un escenario devastador: una casa rodeada de kilómetros de sembradíos de
caña en donde la gente ya no habita, la madre es una de las pocas personas que
se han opuesto a dejar su propiedad. Esta situación viene a agregarle soledad a
una historia que de antemano parece fatal.
Con un ritmo lento que confluye con la forma en que se va
apagando la vida del enfermo, Acevedo nos narra una historia de tantas que ocurren
en terrenos tercermundistas, en donde las personas originarias se ven obligadas
a desplazarse para encontrar una vida mejor, dejando en los que se quedan el
dilema de defender las pertenencias y aceptar cualquier trabajo explotador.
El sonido le da gran importancia a los ambientes que rodean
el lugar y logran poner al espectador dentro de la historia. La fotografía, por
su parte es un tanto sombría, reflejando el pesimismo que envuelve la historia,
ayudando a que por momentos el espectador experimente cierta desesperación por
el estado de las situaciones.
El guión, que como dato adicional tardó cerca de diez años
en ser terminado, plantea diversas situaciones, que aunque desarrolladas en un
entorno campirano, bien pueden llevarse a la situación de las grandes ciudades
y coincidir en buena medida, como ejemplo, un paro realizado por los
trabajadores.
Las actuaciones son buenas en general, destacando que
algunos de ellos no son actores profesionales, aunque también hay que destacar
que por momentos esta situación es evidente, sobre todo en el personaje de la
madre.
En general La Tierra y La Sombra es un reflejo y una
reflexión hacia la situación diaria de toda Latinoamérica con una mirada
intensa e interesante hacia las relaciones familiares y la manera en que una
enfermedad puede poner de cabeza la situación en una casa.
La Tierra y La Sombra de César Augusto Acevedo, Colombia, Colombia, Francia, Holanda, Chile y Brasil, 2015, 97 min. Con José Felipe Cárdenas, Haimer Leal, Hilda Ruiz, et. al.
No hay comentarios:
Publicar un comentario