viernes, 3 de agosto de 2018

Siempre te esperaré. El amor y la (im)paciencia.


Por: Manuel Hernández-Samperio.


Las casualidades de la vida pueden llevar a las personas por lugares impensados y en diferentes momentos. El aquí y el ahora pueden cruzar las vidas de dos sujetos diametralmente opuestos e instantes después separarlos por mucho tiempo. Siempre te esperaré es un filme que nos presenta una historia de amor, del primer amor que llega a dos individuos que por diferentes situaciones no se habían permitido experimentar esta situación.

James More (James McAvoy) es un policía  que está por embarcarse en una misión de alto riesgo en Somalia, en donde de manera encubierta buscará desactivar una célula terrorista que pretende realizar diferentes atentados en Europa. Por su parte Danielle Flinders (Alicia Vikander) es una biomatemática, cuyas interés e investigación la llevarán a explorar el fondo del mar para demostrar que el origen de toda la vida proviene precisamente de este espacio sin luz.

Cada uno de ellos decide tomarse unos días de descanso en un lugar frente a las costas del Atlántico, ahí se conocerán, interactuarán y quedarán enamorados, sin embargo, las actividades de cada uno los obligarán a separarse esperando el momento oportuno para volver a encontrarse.

El más reciente filme de Wim Wenders tiene buenas intenciones y refleja el oficio que el director ha adquirido a lo largo de su carrera. Sin embargo, el filme sólo se queda en eso. Partiendo del planteamiento de la cinta, tenemos a dos personajes quienes por causa de sus profesiones han dejado su vida personal de lado y a partir de ello se construye una narrativa que va a mezclar el pasado con el presente, que nos va a mostrar la situación por la que está atravesando cada uno de ellos y lo que vivieron unos días antes que los mantiene "unidos".

Esta propuesta del guión es algo de lo que más puede valorarse, pues intenta darle dinamismo a una historia que por sí mismo no tendría. Las actuaciones son otro punto favorable, pues tenemos a dos actores con suficiente experiencia cuya interacción se ve natural y en donde los personajes están bien afianzados. La fotografía también hace su parte, logra darle naturalidad a diferentes escenas en donde lo principal es reflejar la relación que va naciendo entre los dos personajes.

Sin embargo, a pesar de estos elementos la trama se va perdiendo en sí misma, a través del abuso de situaciones que poco aportan, que si bien están bien logradas, cuando se las ve dentro del todo no significan gran cosa. Estos alargues logran perder la atención del espectador, pues van provocando que la misma historia se vaya difuminando entre su planteamiento principal y las subtramas.

El otro de ellos es el uso indiscriminado de los clichés conocidos en el mundo occidental sobre las culturas que tienen al Corán como su máximo regidor: bombas, mujeres lapidadas, grabaciones con los rehenes, hostigamiento para convencer a los demás de convertirse a la religión, etc. La exageración en su uso y el esfuerzo por hacerlos ver como verdaderos demonios lo cual le quita credibilidad al filme.

Otro más de los obstáculos que enfrenta el filme es la manera en que se llega al final de la cinta, pues lo hace a través del uso de un dispositivo y que lleva a pensar en por qué si el personaje lo tuvo todo el tiempo, no haberlo empleado antes, entendiendo que además su único objetivo es salir del lugar en que se encuentra y poder ver a su amada.

Siempre te esperaré es, como ya lo dijimos, una cinta que tiene buenas intenciones, pero que no logra cruzar más allá. El alargue innecesario de todas las situaciones (con la finalidad de meter con calzador y convencernos de la relación que habían logrado) termina por ir en detrimento del filme, el cual, a pesar de su estética no alcanza a soportar la serie de detalles que terminan por convertirse en su contra.

Siempre te esperaré, Wim Wenders, Alemania-Estados Unidos-Francia-España, 2017, 112 mins. Con:  James McAvoy, Alicia Vikander, et. al.


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