Con frecuencia el terror provoca una relación cercana entre la literatura y el cine. Innumerables historias saltan del papel a la pantalla grande y, aunque con menor frecuencia, del cine a las letras. En Pesadilla en el infierno, Pascal Laugier, echa mano de estos recursos para contarnos una historia que va más allá de las páginas y que juega con la mente del espectador.
La familia conformada por Colleen y sus hijas Beth (Crystal Reed) y Vera (Anastasia Phillips) han recibido la casa de su tía como herencia. Cuando se disponen a visitar el lugar son atacadas por un par de personajes surreales que aseguran ser una bruja y un ogro cuyo fetiche son las muñecas de juguete. Est situación llevará a Colleen, la madre a hacer todo lo posible por salvar a sus hijas.
El lamentable suceso vivirá en la memoria de las sobrevivientes, mientras Vera ha quedado traumatizada por lo acontecido Beth se ha convertido en una famosa escritora, y que justo acaba de escribir un libro que parece ser su obra cumbre, en donde se basa en la noche que le cambió la vida. Todo parece ir perfecto, hasta que por azares del destino tendrá que volver a la casa donde todo sucedió y de la que quizá nunca se ha ido del todo.
El filme de Laugier nos plantea una historia que rompe con lo convencional en los géneros del terror a través de diferentes elementos. El primero de ellos es un guión que se asienta en la creación de dualidades: la pareja de hermanas, la pareja de atacantes, la manera de en que juega entre la realidad y lo onírico, el entretejido entre los dos momentos temporales en la vida de las hermanas. Este guión entrama una serie de situaciones que mantienen atento al espectador debido a su aparente fragmentación, derivado de que la mente (tanto de los personajes como del espectador) lleva uno de los papeles principales, logrando con ello dar diferentes giros en la trama.

Para lo anterior la fotografía juega un papel bastante interesante, pues apoya la creación de atmósferas y envuelve de buena forma las diferentes situaciones por las que atraviesan los personajes.

La banda sonora es un elemento que acompaña en buena forma los momentos de mayor violencia, la guitarras distorcionadas aparecen en los momentos de mayor tensión, provocando que la misma aumente.
Si algo se le puede criticar a la cinta es que por algunos momentos se pierde un poco en explicar la situación por la que atraviesa cada uno de los personajes en el futuro, en donde se dan muchas vueltas a la misma situación, lo cual intenta hacer que se reafirme y se vuelva una y otra vez a la misma noche de la que se partió. Después comienzan los giros en al trama que vuelven a meter al espectador en la historia y en donde la violencia y el suspenso retoman el papel principal de la cinta.
Pesadilla en el infierno es una cinta propositiva, que emplea los elementos clásicos del terror en contadas ocasiones, y que opta por meterse en situaciones de la mente para plantear las atmósferas y situaciones que provocan en el espectador cierta ansiedad y simpatía por lo que le sucede a los personajes principales, aderezando esto con diferentes giros en la trama que buscan confundir y generar mayor expectación. Este tipo de terror se agradece por salir de la zona de confort que generan los clichés e ir más allá, dándole al espectador un papel mucho más participativo.
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