sábado, 26 de mayo de 2018

La voz de un sueño. La felicidad es un reto.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

En México vivimos rodeados de problemas sociales, violencia y malas noticias que nos han acostumbrado a no voltear a ver las cosas buenas o interesantes que suceden en este lugar. Así como encontramos historias que desmoralizan por el dramatismo que las envuelve, también es bueno voltear a ver aquellas historias que no sólo nos reafirman como mexicanos, sino que también pueden motivarnos a buscar alcanzar nuestros objetivos. La voz de un sueño se asienta en la vida de la cantante Rocío Vega y el camino que siguió para poder ser reconocida y desempeñar su carrera.

Previo a la inauguración del Festival Internacional de Música de Morelia, Rocío (Iazua Lázaro) se prepara para cantar al frente de la orquesta encargada de abrir las actividades en el evento. Los ojos de toda la gente del lugar, los medios y los visitantes estarán postrados en la joven cuya carrera parece iniciar con grandes bríos. 

Sin embargo, cuando parece ser que todo se acomoda a su favor, un encuentro casi casual con su hermano, a quien no ha visto desde hace diez años, le traerá noticias no muy alentadoras sobre la salud de su madre. Rocío tendrá que tomar una decisión entre estar con su familia y remover los problemas del pasado o seguir con su vida y alcanzar el debut que ha soñado por tanto tiempo.

La cinta dirigida por Analeine Cal y Mayor, como lo mencionamos al principio, se basa en la vida de Rocío Vega, cantante de música mexicana, quien en algún momento decidió que la actividad que quería realizar por el resto de sus días era la de cantar, a partir de esto entrama una historia campirana en donde se refleja a una sociedad en donde el machismo obliga a las mujeres a aceptar su lugar junto a los hombres a quienes deben servir y donde soñar con realizar algo más, es sólo eso, un sueño.

Partiendo de esta situación, encontramos una trama que busca desarrollarse, pero al mismo tiempo se pone el pie. A través de diferentes arquetipos el filme se va volviendo predecible: la protagonista que está dispuesta a arriesgarlo todo por lograr su objetivo, el padre (Salvador Sánchez) que se niega a aceptar que una hija se aventure por un camino distinto al que él ha planeado para ella, un hermano (Juan Pablo de Santiago) que encuentra en ella su inspiración para animarse a hacer las cosas, una hermana (Adriana Paz) que le guarda rencor por haberla abandonado bajo el yugo del padre y la situación de la madre (Patricia Reyes Espíndola) que introducirá el conflicto entre cantar o ir a verla.

Más allá de volverse predecible, también se presentan algunos problemas de continuidad, como el hecho de que algunos personajes aparecen en diferentes lugares por el hecho de que su participación es importante y justificaría las acciones de los demás. Por otro lado se cuenta con actores cuya calidad ha sido más que probada, pero a lo largo del filme se siente que se han desperdiciado sus habilidades en pequeñas participaciones o en conflictos que no les implican gran reto.

Del mismo modo el guión avanza en forma un poco acelerada, si bien sabemos hacia dónde irá y muy probablemente cómo terminará gracias a los elementos que ya se le han proporcionado al espectador, la historia no termina de asentarse, no busca salir de esa fórmula empleada a través de un giro inesperado que pueda hacer voltear de nuevo a lo que está sucediendo.

La fotografía es un elemento que está bien desarrollado, gracias a ella se reflejan encuadres con gran valor estético, en donde se resaltan las locaciones en donde se llevan a cabo las acciones, tanto en los palacios de la ciudad de Morelia, como en el campo y la vida que en este lugar habita, una parte de la cinta se sitúa en la noche y se logra atrapar el ambiente y atmósfera de manera efectiva.

La música es otro elemento que acompaña en buena medida a las acciones, no sólo la que se emplea de manera diegética por ser la que interpretará la protagonista, sino también toda la que aparece de manera incidental, la cual sabe guiar al espectador a través de las transiciones y los cambios de lugar o situación que advierte su uso.

La voz de un sueño es una cinta que hace bien en recuperar la historia de vida de Rocía Vega, si bien una buena cantidad de elementos se advierten con antelación debido a los arquetipos actanciales también es bueno encontrar que en el país se generan historias de éxito a través del trabajo (premisa que se pregona en cine traído de otras latitudes). Es precisamente esta trama de superación la que la hace diferente a la mayoría de las cintas que se producen en México, en donde impera el pesimismo social. Con actuaciones que dejan la sensación de que pudieron aportar más y algunos detalles en continuidad, la cinta cumple con el objetivo de contar su historia, de enfrentar a la protagonista con un conflicto y a partir de ello intentar solucionarlo. Entretiene y tiene un gran valor adicional en el uso de la música y las interpretaciones (especialmente la del final), aunque muy difícilmente podrá trascender debido a su poco atrevimiento con respecto a lo ya tantas veces visto.


La voz de un sueño, Analeine Cal y Mayor, México, 2016, 90 mins. Con: Iazua Larios, Salvador Sánchez, Patricia Reyes Espíndola, et. al.


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