Por: Masiel Rico Landa.
El lazo emocional entre una madre y un hijo es
probablemente el más fuerte que experimentamos en la vida. Son las madres
quienes inspiran confianza, demuestran amor incondicional y a pesar de
cualquier regaño, intentan guiarnos por el mejor camino en todo momento. Sin
embargo, son incontables los casos en los que alguien se ve obligado a
enfrentar al mundo lidiando con la ausencia de un ser tan importante en la vida
diaria. Teniendo como base el libro homónimo de Massimo Gramellini, el
reconocido director italiano Marco Bellocchio nos ofrece su más reciente largometraje,
Dulces Sueños, que retoma la pérdida como el eje central de la historia.
Massimo es un inocente niño italiano que en medio
de una infancia dulce y tranquila, se enfrentará a la perdida inexplicable de
su madre, sin tener oportunidad de conocer los detalles de su muerte y
creciendo en una soledad que desconoce y que le llena de miedos, dudas y
rencores a lo largo de toda su vida.
La imposibilidad de Massimo por superar la muerte de
su madre es el punto medular de toda la cinta, que nos guía a lo largo de cada etapa de
su vida las acciones del protagonista, transmitiendo diversas emociones. Sin
embargo se crea un importante suspenso alrededor de los motivos de la muerte,
mismo que mantiene la atención de la audiencia, principalmente porque su
construcción se asemeja un poco al estilo de Hitchcock, ya que lo relevante no
es que el espectador desconozca en su totalidad lo que sucede, por el
contrario, con el desarrollo de la cinta, es cada vez más claro para el espectador,
mientras el personaje principal lo descubre sólo hasta el desenlace,
manteniendo así el misterio.
La construcción narrativa no lineal que maneja
Bellocchio, le da también un toque peculiar al hacer una constante mezcla entre
diversos tiempos que van desde la infancia hasta la adultez del personaje,
pasando por su adolescencia, y haciendo uso de la interacción de cada etapa
para revelar los detalles de la historia. En este punto resalta la excelente
dirección del italiano, al lograr que no haya confusión a pesar de la mezcla de
tiempos, debido principalmente a que cada etapa es bien posicionada.
Las buenas actuaciones son fundamentales para la
veracidad y el impacto de la cinta. Emociones como el miedo, el enojo, el
rencor y la tristeza son muy bien transmitidas por cada interprete, no sólo
mediante el diálogo, sino también a través de otros elementos como los gestos y
el tono de voz. Sobresale sin duda la participación de Nicolò Cabras (Massimo
niño), ya que a pesar de su corta edad se adentra sin problemas en su papel y
emite de forma efectiva los sentimientos que enfrenta su personaje en el
momento más relevante para el desarrollo del resto de la película. Por su parte
Valerio Mastandrea (Massimo adulto) y Dario Dal Pero (Massimo adolescente) consiguen
reflejar en cada acción el impacto de la ausencia de la madre en la vida de
Massimo y al mismo tiempo crean una buena unidad entre cada etapa de la vida de
éste.
Por su parte la fotografía es otro elemento
sumamente valioso de este filme. Realizada por Daniele Ciprì, crea diferentes
atmósferas según la etapa que se presenta al público, en ocasiones mediante uso
de filtros se posiciona la época, sin embargo es el uso de la luz el que se
distingue constantemente. Mediante sombras y oscuridad se transmite el ambiente
solitario y triste en el que se desenvuelven el personaje principal y su madre
(en el inicio), aunado a algunos tonos fríos que le complementan. De
igual
manera el elemento de la oscuridad construye un entorno tenebroso que acompaña
constantemente al protagonista y que genera cierta tensión en el público,
además de transmitir el estilo visual del director.
Finalmente el diseño sonoro también es clave en el
largometraje, la constante mezcla del sonido diegético con el sonido
extradiegético permite al espectador adentrarse en la trama y las acciones a
cuadro, mientras la música y su continua presencia tienen la finalidad de
transmitir y generar emociones en la audiencia y al mismo tiempo construir
lazos entre las situaciones y las emociones de sus personajes, sobretodo en el
inicio de la cinta donde se crean los recuerdos importantes que tendrán un
impacto en el resto de la vida de Massimo.
Es así como Marco Bellocchio retoma en este filme el tema de la pérdida mostrándonos la historia de un hombre que vive atormentado por la ausencia de su madre, utilizando importantes referencias del terror, como Nosferatu y Belphegore para complementar una clara construcción audiovisual de suspenso y misterio, logrando asícrear una interesante adaptación cinematográfica que nos deja claro que el protagonista difícilmente ha podido tener Dulces Sueños.
Dulces sueños, Marco Bellocchio, Italia-Francia, 2016, 134 min. Con: Valerio Mastandrena, Berenice Bejo, Guido Caprino, et. al.
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