Por: Manuel Hernández-Samperio.
La adolescencia es quizá una de las etapas más duras de los
seres humanos, el paso de la niñez a la juventud aderezado por los cambios
hormonales puede derivar en diferentes problemas para quien transita por esta
etapa. Las cosas pueden agravarse cuando se cruza por ese umbral con la
ausencia de uno o dos de los padres. Alba, cinta dirigida por Ana Cristina
Barragán, es precisamente una reflexión al respecto.
Alba es una niña de once años que vive con su madre,
silenciosa se ve obligada a enfrentar y lidiar con la enfermedad de su madre,
quien un día se ve obligada a ser internada. Esta situación deriva en que Alba
tendrá que ir a vivir con su padre, Igor, a quien apenas conoce, y con quien su
relación distante parece que complicará su vida.
Con una soledad que se acrecienta y en un entorno en donde
las curiosidades de la adolescencia se hacen mayores, Alba se verá obligada a
adaptarse a los nuevos cambios, tanto internos como en su nueva familia.
La cinta que nos presenta Barragán es una mirada a la preadolescencia
en donde los cambios en la
vida de los niños tienden a ser de golpe, en el caso
específico de Alba, se refleja una persona que prefiere la soledad y a quien las
circunstancias la obligarán a conocer e interactuar con gente nueva, tanto en
la escuela como en el cambio de casa, sin encontrar un lugar en donde pueda
sentirse del todo a gusto.
El diseño del personaje nos entrega a una niña retraída,
quien no logra generar alguna relación profunda, que pasa la mayor parte del
tiempo en silencio y a quien le cuesta trabajo hablar, entablar conversaciones,
que incluso sangra por la nariz cuando se pone nerviosa. La interpretación del
mismo está muy bien llevada por
personaje está bien desarrollado por Macarena Arias, quien en todo
momento logra transmitir la sensación de soledad en la que se encuentra inmersa
y lo introvertido que es su papel.
Se encuentra bien complementada por el resto del elenco, en
donde también su padre, interpretado por Pablo Aguirre Andrade, destaca por su
imposibilidad de acercarse en buena forma a su hija y más aún, por mostrarse
retraído y distraído ante el mundo que tiene que afrontar, es igualmente un
ente solitario cuya vida se ve obligada a un cambio que no sabe cómo enfrentar.
La ambientación, apoyada por una fotografía bien realizada,
es apropiada a las etapas que va cruzando la protagonista ya que logran
envolverla en atmósferas en donde predominan los colores
fríos, especialmente
el blanco, haciendo hincapié a su soledad. Las locaciones son igualmente
acertada, dándole verosimilitud a la historia.
Alba es una cinta que retrata, en buena forma, la soledad y
los cambios y con ello, las consecuencias que los mismos puedan tener. Con buenas
actuaciones y un buen desarrollo en la evolución del personaje nos muestra lo
difícil que puede llegar a ser enfrentar una situación que no se buscó pero a
la cual se está obligado a asistir. Sin duda, una cinta relevante.
Alba, Ana Cristina Barragán, Ecuador-México-Grecia, 2016, 98 min. Con: Macarena Arias, Pablo Aguirre Andrade, Amaia Merino, et.al.
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