En el México actual, forzado a entrar al “progreso” que
implica el neoliberalismo, poco (o casi nada) se voltea a ver a los indígenas,
pues en un proceso que homogeiniza a todas las voluntades, toda expresión
diferente es borrada, o tratada de borrar, por completo. Café de Hatuey Viveros
es una cinta que nos platea dicha situación.
En Cuatzalan, ubicado en la sierra que comparten los estados
de Veracruz y Puebla, existen asentamientos de poblaciones indígenas. Ahí
conoceremos la historia de la familia de Jorge, un joven estudiante de derecho
que ha tenido que enfrentar el mundo bajo la condición de que su padre ha
muerto y de alguna manera deber ser quien quede al frente de su casa.
A lo largo de un año conoceremos los cambios que su vida
tendrá y las situaciones que su condición de pertenecer a un grupo indígena les
impondrá.
El filme de Viveros es un trabajo que mezcla las técnicas
narrativas del documental y la ficción para presentarnos a un joven que busca
superarse a pesar de las adversidades y que entiende, aunque
nunca lo dice, que
su rol tanto en la familia como en la comunidad es la de apoyar a todos los
demás en la mayor cantidad posible.
Pero eso no es todo, a lo largo del filme encontramos que el
director propone a las tradiciones del lugar como uno de los hilos que llevan
la narración, pues a través de la muerte del padre, de su constante presencia
(a pesar de su ausencia) y de la celebración del aniversario luctuoso conocemos
los compromisos que se tienen cuando alguna persona de la familia ha fallecido.
El documental tiene
la capacidad de reflejar, de una forma sutil o sin ser tan estruendoso,
algunas de las problemáticas que han acompañado a los grupos indígenas, como
los abusos de los que son objeto por no poder hablar el español o de los trabajos
a los que son confinados dada su falta de preparación.
Un punto que resulta interesante es la aceptación que se
tiene hacia el aborto, pues a pesar de que es evidente que la historia se
desenvuelve en una sociedad en donde la religión católica está presente, este
ejemplo sirve para hacer énfasis en la conservación de algunos rasgos
pertenecientes a la época previa a la colonia, pues es sabido que en ese tiempo
ya se practicaba esta actividad. Ahora se nos plantea en una sociedad en donde
no hay muchas oportunidades laborales y en donde se pone en duda la capacidad
de los adolescentes para convertirse en padres.
El único problema que enfrenta la película es que hay muy
poco desarrollo de los personajes, lo cual va complicando la forma en que la
misma avanza, haciendo de ella una historia un poco lenta, esto es reforzado
por los planos largos con los que cuenta, en donde en algunas ocasiones no se
aporta mayor información.
Café es una cinta que hace bien al retomar las historias que
aquejan a las comunidades indígenas del
país sin ponerlos en una perspectiva
victimizadora, por el contrario, plantea su historia sin dar una opinión,
dejando al espectador, a través de lo que ve, como el único que decide cómo
interpretar lo que ha visto. Es una historia redonda, pues su final cierra en
buena manera el comienzo. Es interesante recalcar que el café, para estas
comunidades, es el método por el cual se socializa, se cambian opiniones o se
convive en familia. Más allá de su lento desarrollo, la carne se encuentra en
lo que no se ve y lo que no se dice.
Café, Hatuey Viveros, México, 2014, 88 min.
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