domingo, 2 de octubre de 2016

Sopladora de hojas o, problematizar lo cotidiano para salir de lo cotidiano.

Por: Manuel Hernández-Samperio.

La adolescencia es la etapa de la vida en la que no sólo se forja el carácter, sino también se conocen a algunos amigos que probablemente se quedarán con uno por le resto del mundo y se viven situaciones peculiares como los primeros noviazgos y muy probablemente los primeros encuentros con la muerte. Sopladora de hojas de Alejandro Iglesias es la captura de un instante en la vida de tres adolescentes, en donde conviven las características antes señaladas.

Lucas (Frabizio Santini), Emilio (Francisco Rueda) y Rubén (Alejandro Guerrero) son tres amigos adolescentes unidos, entre otras cosas, por el futbol y los problemas de enfrentarse ante un mundo adulto en donde el futuro les resulta incierto. Uno de sus amigos ha muerto y planean ir al velorio, sin embargo, antes de ello pasarán una tarde buscando un llavero extraviado entre algún montón de hojas.

Esta situación suena a algo tan común que bien podría ser de poca trascendencia, de no ser porque ese llavero ha sido un regalo de la posesiva novia de Lucas, razón por la cual los tres amigos se verán obligados a postergar sus planes hasta encontrarlo. En el transcurso, cada uno se enfrentará a situaciones que podrían cambiar la forma en que ven la vida.

Sopladora de hojas es una propuesta que se concentra en lo común de la vida y a partir de ahí trata de contar una historia que pretende transmitir mucho más de lo que muestra a cuadro. La tarde de estos personajes inicia en lo que aparenta cumplir con su rutina, con la peculiaridad de que irán al funeral de su amigo. Cuando Lucas se lanza en un montón de hojas que había en el parque iniciará su calvario.

El guión, que a decir de sus autores tomó varios años, plantea la trama dividida en nueve diferentes momentos o capítulos, los cuáles se irán rigiendo por pequeños detalles que harán avanzar la trama de acuerdo al título. Lo hace combinando algunos momentos que tienen ciertos toques de comedia, con otros más en donde es claro que las situaciones van forzándose con tal de tener una historia.

Tenemos a tres adolescentes que se hacen bromas y que llevan una relación en donde en apariencia se conocen de antes, lo cual funciona sólo en los diálogos, pues en la interacción física y las actuaciones se nota que entre los tres personajes no existe gran química, pues hay momentos en que tardan en contestar a sus bromas (como si hubieran olvidado la dinámica entre los tres) o se tienen actuaciones un tanto acartonadas.

Como si esto fuera poco, los pretextos para pasar varias horas parados frente a los montones de hojas son totalmente inverosímiles: la discusión sobre el juego “piedra, papel o tijeras”, el no saber si usar un barredero, un rastrillo o unas sopladora de hojas para remover un montoncito de hojas (¿no habría sido más fácil removerlas con las manos?), más aún no recordar cuál fue el montón en el que Lucas estuvo jugando y donde pudo haber perdido las llaves son sólo algunos ejemplos de las ocasiones en que el guión se ve forzado para que ocurra.

Con respecto a la construcción de cada uno de los personajes encontramos que éstos se encuentran delineados con algunos bemoles, muchas de las ocasiones y especialmente en el personaje de Emilio la forma de comportarse contrasta mucho con la edad que aparenta, pues hay en él tanta inocencia, que raya en el extremo de la idiotez, sin embargo, es esta característica la que le suma muchos tintes de comedia a la historia dándole respiros a la trama, por que a final de cuentas, ¿quién no ha conocido a alguien que se cree cualquier mentira hasta el absurdo de temer por su vida? El problema en él es que lo hace todo el tiempo, lo cual a pesar de lo divertido que puede llegar a ser, también lo vuelve inverosímil. El resto de los personajes actúa de acuerdo al momento en que viven, Lucas con una novia que todo le controla y Rubén como alguien que no tiene definido lo que busca de la vida.

Una situación que está bien lograda, es la iluminación, pues contando las seis semanas de rodaje, siempre se tuvo congruencia con la iluminación, poco a poco vemos que se va pasando el día hasta caer la noche, sin tener problemas de continuidad provocados por la luz del día, lo mismo ocurre con el sonido, el cual está bien cuidado.

Sopladora de hojas, es una propuesta que se antoja interesante, si bien tiene ciertas inconsistencias como las antes mencionadas, también tiene su acierto en querer retomar un momento común en la vida de la gente y tratar de explicarnos que son esos pequeños instantes los que a la larga van ayudando a forjar lo que cada persona será. Se mete en algunos problemas que padece la juventud y los trata con cierto humor. Si se perdonan las incongruencias, seguro se pasará un momento interesante al verla.

Sopladora de hojas de Alejandro Iglesias Mendizábal, méxico, 2015, 90 min. Con: Fabrizio Santini, Francisco Rueda, Alejandro Guerrero, et. al.


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